El protagonista de De óxido y hueso desconoce de su existencia. Para Ali (Matthias Schoenaerts) la implicación y el compromiso son valores por descubrir. Apenas siente afecto por su hijo, al que a la primera de cambio endosa a una hermana con la que sólo comparte sangre. Siendo el objetivo de apuestas en peleas callejeras consigue desprender la adrenalina precisa para mantenerse vivo. Quien también necesita el contacto con otro tipo de animal es Stepanhie (Marion Cotillard), una domadora de orcas, que verá mermar su seguridad tras sufrir un accidente. Tras un fortuito encuentro, la joven decide aliarse con el destino e introducir a Ali en su vida.
De óxido y hueso nos acerca a un Audiard más intimista pero sin bajar el listón de la dureza a la que nos tiene acostumbrados. El cineasta francés demuestra aquí de forma verosímil que los sentimientos pueden suponer una barrera mas complicada de superar que la física.
Lo mejor: contemplar como el óxido de Ali se convierte en hueso y el hueso de Stephanie en óxido.
Lo peor: su forzado tramo final.