Disney ha vuelto a tocar el corazón de Animaníacos, hacía tiempo que no veíamos una película tan clásicamente Disney, tan llena de esta magia, de este color y de estos ritmos, pero lo mejor de ésta vuelta es precisamente que no vuelve con los estereotipos y las historias a las que nos tiene acostumbrados y lo ha hecho además bajo las órdenes de la primera directora mujer en Disney, la realizadora Jennifer Lee (guionista en Rompe Ralph) junto al ya veterano Chris Buck (Tarzan, Locos por el Surf).
La película está basada en La Reina de las Nieves de Hans Christian Andersen, convirtiéndose en la segunda obra adaptada del escritor en Disney después de La Sirenita. El tono lúgubre y oscuro del autor danés ha sido apagado en ambas versiones para ser llevado a un público comercial e infantil y evidentemente marcado por el sello Disney, el sello de un mundo donde se premia a la damisela en apuros que necesita al hombre para sobrevivir. Pero éste ha sido el punto más fuerte de Frozen, en cambio – al menos para Animaníacos. Ya con Enredados, Disney lanzó un mensaje de progreso en contraste a lo que nos tiene acostumbrados pero es que con Frozen lo ha subrayado y con mucho acierto. Pues al fin y al cabo es un cuento de princesas donde triunfa el amor verdadero, ¿y qué hay más verdadero que el amor entre una hermana mayor y una hermana pequeña? Desde el minuto uno y hasta el final, una hermana se sacrificará por la otra, sin conjuros a cambio, sin deseos banales, con el único propósito de conseguir el bienestar de la otra. Además de esto, otro pequeño punto a favor de la cinta será la sátira que se hace de las princesas en el momento en el que Kristoff pregunta a la joven Anna cómo se le ocurre casarse con un hombre al que conoció ayer, algo que ya había hecho Disney antes con historias como la de Encantada: la historia de Giselle, pero sin mucho acierto, pues en ésta se le recriminaba a Giselle que se prometiera con el príncipe al que acababa de conocer y sin embargo acaba con Patrick Dempsey, al que conocería un mes antes, y el príncipe y la ex de Dempsey se casan con dos encuentros previos con apenas un intercambio comunicativo y muy escueto, además.
Arendelle será el lugar que enmarque nuestra historia. Con Noruega como modelo, el equipo artístico de Frozen, dirigido por Mike Giaimo (Pocahontas, Ferngully), ha seguido la línea de trabajo tradicional viajando a dicho país para estudiar sus arquitecturas, paisajes, castillos… De hecho, el castillo de Arendelle está inspirado en el castillo de Akershus – Oslo- y en el palacio Real de Stiftsgården -Trondheim- uno de los mayores edificios europeos construidos en madera.
Pero sin embargo, el gran trabajo vino con el proceso técnico y uno de los grandes problemas fue la recreación del hielo y la nieve pues como ha afirmado Buck en diversas entrevistas el hielo es uno de los elementos menos creíbles en animación. La solución fue crear una tecnología específica para el proyecto que consiguiera el aspecto “real” de las diferentes texturas naturales de la nieve, como es la nieve seca o húmeda, o la nieve en polvo… Así como el contacto de ésta al chocar con personas u objetos. Andrew Selle fue el ingeniero jefe de software en Frozen y el creador de la tecnología Matterhorn, la cual fue pensada para algunos planos donde los personajes andarían sobre nieve espesa en los que se necesitaba una reacción natural de ésta en cada paso, pero finalmente fue usada para toda la cinta por sus increíbles resultados. Para la nieve profunda crearon el Snow Batcher que permitía crear huellas en la nieve. Como curiosidad, cabe decir que consultaron a expertos como el Dr. Ken Libbrecht de la Cal Tech para poder tener los conocimientos sobre nieve pertinentes para el film.
Así como el equipo viajó a Noruega para dar vida a Arendelle, otra parte del equipo acabó en un hotel de hielo en Quebec para averiguar el reflejo perfecto de la luz en la nieve y el hielo, experiencia de la que se creó el palacio de Elsa. 50 personas nada más y nada menos han trabajado para crear la tecnología que permitía realizar el plano en el que Elsa construye su palacio y 30 horas para realizar un solo fotograma de dicho plano.
Otra curiosidad es que Frozen tiene el doble de prendas que la suma de todas las películas Disney generadas por ordenador. Ésto se debe a que los trajes, inspirados en trajes folclóricos noruegos, han sido elaborados con texturas que se comportan como éstas lo harían si se tratara de una película de acción real. Los peinados también evocan a los peinados tradicionales noruegos como es el caso de las trenzas de Anna. Para el cabello de Elsa llamaron al peluquero de celebrities Danilo para que experimentase y creara el look de dicho personaje cuando huye de Arendelle. Y ésta es otra de las grandes perlas de la cinta, pues Elsa tiene 420.000 cabellos, un número desorbitado si pensamos que un humano tiene cuatro veces menos o que Rapunzel tenía 27.000 cabellos, algo que dio que hablar cuando la producción de Enredados. Para este fin crearon una herramienta llamada Tonic creada por Brian Whited, creador del software usado en Paperman. Tonic permitió agrupar el pelo en la forma deseada, y sirvió además para los pelajes de lobos y caballos.
Christophe Beck, compositor de bandas sonoras como la de Paperman o Resacón en Las Vegas ha sido el encargado de crear la banda sonora de Frozen junto a Kristen Anderson-Lopez y Rober Lopez, quienes han escrito las letras.
Con dos Oscars (mejor película de animación y mejor canción), un BAFTA (mejor película de animación), dos Critic Choice (mejor pelicula animada y mejor canción), un Globo de Oro (mejor película animada), cinco premios Annie, y otros muchos más, Frozen ha salido más que rentable para el gran proyecto de Lasseter para Disney esta temporada, y es que ha recaudado $1,009,451,000 de los $150 millones invertidos.
Pero no se despide aquí, pues como era de esperar por su maravillosa puesta en escena y su banda sonora, Frozen seguirá dando que hablar con su musical para Broodway. ¿Y vosotros qué? ¿Habéis quedado tan encantados como nosotros?
[pinit]