En mi camino por suplir mis carencias cinematográficas no sólo hay hueco para películas vergonzantes. También tengo días inspirados en los que me propongo culturizarme en modo cultureta. De ahí que ayer, por ejemplo, me diera a Woody Allen y a su Annie Hall, mítica historia de finales de los 70 protagonizada por mi adorada Diane Keaton, novia en aquel entonces del propio Allen.
Con estos mimbres, lo dicho. Soy tuya,Woody. Y sin decepción final. Annie Hall es una delicia de película, divertida, sensible y perfecta en su sencillez. Una carta de amor de Woody a Diane. No voy a descubrir nada que no se sepa desde hace, casi, 40 años, así que mejor me callo y, simplemente, os la recomiendo muy mucho.
Pues eso. Que la veáis.