Año de elecciones... ¿año de bienes?

Por Pcelimendiz

Como caen los copos de nieve en una tarde invernal, todos los partidos políticos están comenzando a lanzar sus ideas y propuestas, de cara a concretar los programas electorales con los que van a intentar convencer a la ciudadanía. Yo, que me he críado en entornos rurales donde la nieve (y el agua por extensión) son sinónimos de riqueza, tiendo a pensar que toda esta nevada de ideas y propuestas, diversas y renovadas, traerán algo bueno.


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El erial en que la política neoliberal del partido gobernante ha convertido nuestra sociedad, arrasando los derechos sociales y convirtiendo en un desierto el estado del bienestar, está sediento de estas nuevas propuestas. Pero yo tengo la sensación de que los copos que están cayendo, al menos en materia de servicios sociales, son bastante insuficientes y, a veces, me parece ver entre los copos de nieve algunos de peligroso granizo.
Un poco por deformación profesional y otro poco porque estoy convencido de que el sistema de servicios sociales es un elemento estratégico y central para el bienestar de la población, tiendo a revisar entre los programas que ahora nos envuelven, las propuestas concretas que los partidos políticos hacen en materia de servicios sociales.
Y mis primeras apreciaciones, como os digo, no son demasiado halagüeñas. Un gran porcentaje de las propuestas que he leído de programas de diversos partidos políticos y en diversos ámbitos, desde lo local a cuestiones más generales, me ha decepcionado bastante. La gran mayoría cuando plantean medidas de servicios sociales se refieren casi exclusivamente a incrementar los presupuestos de las partidas más asistencialistas: más dinero para las ayudas de emergencia, más dinero para las rentas de inserción, más dinero para subvencionar la vivienda...
Y no es que todo eso sea malo. Al contrario. Lo que ocurre es que hay que llamar a las cosas por su nombre. Todo ese dinero, en el fondo, no es sino una trasferencia de renta hacia los sectores más desfavorecidos de la sociedad. Y creo que el sistema de servicios sociales no es el mejor sistema para hacerla. 
Si en algo estamos todos de acuerdo, al menos la gente de bien, es en la insostenible desigualdad en que la política neoliberal nos ha sumido. La trasferencia de renta desde los sectores que menos tienen hacia los más poderosos que se ha producido en las últimas decadas, y que se ha incrementado durante la crisis, ha generado tal sufrimiento entre la población que sólo puede solucionarse invertiendo el proceso. Pero hacerlo desde esas políticas asistencialistas en servicios sociales no es sino lanzar unas migajas sin cambiar en el fondo el modelo.
Echo en falta, como digo, en muchos de esos programas una apuesta más fuerte por esa inversión en la trasferencia de renta, modificaciones estructurales (y no coyunturales) que permitan que se haga. No soy economista, pero creo que las políticas de empleo, de vivienda y, por supuesto, la política fiscal, deben cargar con la responsabilidad de estas modificaciones. Por cierto, ¿qué tal una Renta Básica Universal?

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Y en todo este marco, tampoco veo demasiadas propuestas sobre el papel del Sistema de Servicios Sociales, sobre su configuración, su estructura, su posicionamiento estratégico con el resto de sistemas públicos de protección social. ¿Qué tal una Ley General que defina el sistema, aclare competencias y garantice derechos?
En fín, no quiero cansaros más, que bastante tendremos aguantando la nevada que nos espera. Espero que mis sensaciones cambien y empiece a nevar de manera adecuada.
A nivel autonómico y local, yo lo espero "como agua de mayo". Pero si las cosas siguen como hasta ahora, casi prefiero, como decía Juan Luis Guerra hace años, "que llueva café".