Esta pasada noche, tuve un sueño. Un sueño digital, para ser más exactos. Era un mundo como ahora, como el que conocemos, pero ligeramente diferente. No existía internet.
¿Cómo era ese mundo?
Muchos expertos, investigadores y curiosos se han planteado esa pregunta. Algunos de ellos creen que no podrían sobrevivir sin enviar e-mails, consultar las redes sociales, estar continuamente informado de noticias. Sin conexión a la red, ¿cómo sería el trabajo?, ¿Y las nuevas relaciones personales?. Desde luego, habría que replantearse muchas profesiones y la comunicación global sería muy distinta.
Para empezar, los mercados de antigüedades serían los únicos lugares para conseguir objetos de coleccionista. Tendríamos que salir mucho más, habría que ir a la tienda de la esquina para volver a comprar los discos, el diario en el kiosco y estar en contacto con los demás a través del teléfono como hoy, pero también por carta y esto supone volver a escribir. Hemos perdido algunas buenas cosas por el camino, como siempre, en aras de la comodidad.
Al no existir las redes sociales, volveríamos a socializar en persona, directamente, sin intermediarios. No podríamos consultar a Google sobre todas las dudas que se nos plantean diariamente (personales o profesionales). Quizás pensaríamos un poco más por nosotros mismos sin recurrir a lo más cómodo, dejar que otros lo hagan por tí.
Desde luego, había cosas muy buenas y otras no tanto que requerían de gran esfuerzo de adaptación. Pero afortunadamente, desperté… y miré el móvil, tenía 25 mails y cientos de tweets esperándome. Sólo había sido un sueño.
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