Anoche volví a ver a mis amigas.
Me sentía tan sola, que desobedecí a mamá.
Me acuerdo de lo bien que lo pasábamos juntas. Las echo tanto de menos.
Mamá dice que me debo acostumbrar a mis nuevas amigas. Pero a mí no me gustan. Son muy serias y huelen a tristeza.
Yo sé que no hago nada malo, solo las observo desde dentro del espejo. Aunque temo que esta vez ha sido la última porque cuando mi madre descubra que, anoche al regresar, dejé la lápida torcida, me convertiré para siempre en un recuerdo de flores marchitas y fotografía en blanco y negro.
Texto: Elena Casero Viana