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“Años lentos”, ganadora en 2011 del VII Premio Tusquets Editores de Novela es la tercera novela que leo de Fernando Aramburu y, efectivamente, he llegado a ella después de leer “Patria”, un novelón en toda regla.
“Años lentos” es una pequeña gran novela. Es un como un aperitivo antes del plato principal, que sería “Patria” y desde luego recomiendo mucho su lectura. Me encanta la prosa de Aramburu, directa, sin florituras, haciendo grandes las palabras más sencillas y el modo que ha elegido para contarnos esta historia, además, es muy original. Quizás desconcierte al principio, pero en cuanto te das cuenta cómo está estructurada, enseguida te adaptas.
Por un lado conocemos la historia de una familia vasca a través de los recuerdos de Txiki Mendioroz, convertido en protagonista de la misma. Unos recuerdos que va transcribiendo para que Aramburu pueda, con ellos, escribir una novela. A finales de los años 60, Txiki es enviado a San Sebastián a casa de su tía Maripuy (hermana de su madre), su tío Vicente “Visentico”, un hombre bastante “flojete” trabajador en una fábrica de jabones y sus primos Julen, sobre el que planea la vena independentista, aunque sin tener muy claro ese sentimiento, pero muy influenciado por el párroco del barrio Don Victoriano y Mari Nieves, apenas una adolescente que salta de cama en cama como de oca en oca.
Todos los recuerdos de Txiki se irán intercalando con los apuntes del autor, donde nos va mostrando cómo construirá esa historia… si es que finalmente la escribe. (Apunte 23. “Me prometí ofrecer en cada diálogo, en cada peripecia, en cada reflexión, la menor cantidad posible de masa verbal. Mantendré la promesa. La novela será corta o no será.”)
“Años lentos” tiene mucho de ficción y una gran parte de realidad. Nos cuenta el día a día de una familia cualquiera en un barrio de San Sebastian a través de los ojos de un niño que todo lo ve y lo escucha y del adulto que después traslada la historia al papel para que puedan hacer una novela con ella.
Es una historia costumbrista que, personalmente, al igual que me ha ocurrido con “Patria” he sido capaz de leer y escuchar gracias a las expresiones locales, a los “vasquismos” y faltas gramaticales propias de la forma de hablar de la zona e introducidas a propósito en los diálogos de los protagonistas. Un libro que me ha encantado y que me ha acercado más a la obra de Aramburu dejándome con ganas de continuar leyendo sus novelas.