Años luz (James Salter)

Publicado el 27 marzo 2015 por Elpajaroverde
"-Hay cosas del matrimonio que me encantan. Me encanta la familiaridad que tiene -dijo Nedra-. Es como un tatuaje. En su momento querías tener uno y ahora que lo tienes, implantado en la piel, no puedes deshacerte de él. Casi ya no te das cuenta de que lo tienes. Supongo que soy muy convencional -concluyó."
No me gustan demasiado los tatuajes. Bueno, algunos sí, los pequeños y discretos, sin colores, algo bonito, que me identifique. Que me identifique, qué difícil. Ahora, a lo mejor, sabría qué elegir pero, ¿y dentro de unos años? Porque todos cambiamos. Somos los mismos, pero no, vamos adaptándonos, rebelándonos, evolucionando, involucionando (en los peores casos). Cambia nuestro entorno. Nada es inmutable. ¿Cambia el tatuaje o cambia nuestra percepción de él? Y luego hay ocasiones en las que, pues bueno, no siempre conviene tener un tatuaje, o que se vea. Nos molesta, nos incomoda. ¡Ay, qué dilema! Y qué ilusión, los primeros días, con nuestro tatuaje nuevo, ¡mira, mira!, que lo vea todo el mundo, ¡tengo un tatuaje! Luego pasa el tiempo, los años, apenas recordamos la euforia que nos produjo el tatuaje. Ahí está, cómodamente instalado en nuestra piel. ¿Seguirá significando algo o será ya sólo un recuerdo de lo que fuimos o lo que fue? ¿Realmente quería yo ese tatuaje? ¿Por qué me lo haría? Debería haber elegido otro, ¿o tal vez no debería haberme hecho ninguno? Bueno, total, si casi siempre está tapado, apenas se ve. Y se nos vuelve a olvidar. Pero no nos engañemos, sabemos que está ahí. También podría quitármelo, ¿no? ¿Se notará? ¿Quedará la piel inmaculada, como si nunca hubiera existido? No, ahí está la sombra, casi imperceptible pero tú la ves. Ahí, ahí estaba el tatuaje.

Portada de Años Luz

Viri y Nedra son un matrimonio de clase media que viven en una casa en el campo en el estado de Nueva York. Su vida transcurre entre ese idílico paisaje a las orillas del río Hudson y Manhattan, en donde Viri trabaja como arquitecto y Nedra hace sus compras y visita a sus amistades. Tienen dos hijas. Tienen amigos, con los que comparten cenas y veladas. Tienen la vida perfecta. Son la pareja perfecta. Al menos eso es lo que opina todo aquel que los conoce. "Años luz" es el transcurrir de los años por esta pareja. "Años luz" es el transcurrir de la vida por aquellos que no se atreven a pasar por ella.
"Desapareció el afecto desesperado, intolerable, y en su lugar surgió una mujer de veinte años condenada a vivir con él. Viri no acertaba a definirlo. Ella había huido."
Sabemos desde el principio que esa perfección es superficial. Nadie nos lo dice pero lo intuimos. James Salter es de esos narradores que transmiten con su tono lo que quieren comunicar. Es difícil describir su estilo narrativo, va directo al grano pero deleitándose a su vez en cada detalle. Su prosa es altamente adictiva y envuelve, es de esos escritores a los que se les lee sólo por el placer de leerlos, independientemente de lo que nos cuenten. Y uno lee y lee, y pasan las estaciones y con ellas los años; y pasa la vida y parece que no pasa nada; pero vaya si pasa y si descubrimos. Descubrimos a una pareja que vive felizmente su infelicidad, una pareja cuyos miembros van creando su vida aparte pero cuya vida en común transcurre sin discusiones, con sincero afecto y con mutua preocupación. Es casi una relación fraternal, y tal vez por eso caemos al principio en el error de pensar que Viri y Nedra son muy parecidos, pero poco a poco se nos revelan como puntos equidistantes y opuestos. A Viri el mundo le queda grande, a Nedra en cambio se le hace pequeño.
"La libertad de que hablaba era la conquista de una misma. No era un estado natural. Estaba destinado solamente a quienes lo arriesgaban todo por conseguirla, a quienes eran conscientes de que sin ella la vida consistía únicamente en apetitos hasta que te quedabas sin dientes."
Hay más personajes en este libro además de Viri y Nedra. Están los amigos, parejas que van y vienen. Están las hijas, ellas sí que son "el auténtico amor", como concluye Viri. Las hijas, que sin proponérselo, son el verdadero cimiento de esta familia. Invita a muchas reflexiones esta lectura. No me voy a extender aquí. La novela nos cuenta a Viri y a Nedra, las reflexiones son cosa de cada lector, y yo, pajaritos, bastante rollo a cuenta del tatuaje os he metido ya. Tampoco avanzo más en la trama. Tan sólo señalo que la vida sigue pasando hasta que como siempre, bien por acción, bien por inacción, se llega a un punto de no retorno.
"Un espacio fatal se había abierto, como el que separa un buque del muelle y que de improvisto es demasiado ancho para salvarlo de un salto; todo sigue presente, visible, pero no es posible recobrarlo."
Luz de invierno es para mí esta novela. Blanca, diáfana, luminosa y fría. Se suceden las estaciones pero para mí siempre es invierno. No un día lluvioso de cielo plomizo, no, sino un día de sol radiante, que ciega pero que no calienta. Luz que entra por la ventana e invade, luz que se refleja en aguas heladas. Años luz los que separan a esta pareja. Años luz los que transcurren desde que soñaron ser felices hasta que aceptaron que nunca lo fueron. A años luz no puedo evitar sentirlos yo, fríos, distantes. En pocas páginas he podido sentirlos cercanos, tal vez sólo en las que se me mostraban como padres. Os decía que Salter adecúa el tono en la escritura a lo que quiere transmitir. Tal vez sea esa carencia de pasión entre Viri y Nedra lo que me ha impedido conectar con ellos. Hasta en los pequeños momentos en los que se suponía debía sentirlos felices los he encontrado infelices. Y es esa falta de empatía lo único que le puedo achacar a esta por todo lo demás impecable novela.
"Cae la noche. El frío se extiende por los campos. La hierba se torna piedra.En la cama, como un hombre en la cárcel, sueña con la vida."

Sunset over a frozen Hudson river in Newbergh, New York. Fotografía de Anthony Quintano

Os muestro mi tatuaje. Al final me he decidido. Representa a "Años luz". No me ha dolido hacérmelo, apenas he sentido la aguja profanar mi piel. ¿Os gusta? Creo que ha sido una buena elección. Vamos a envejecer bien él y yo. No me ha hecho saltar de entusiasmo y correr a gritar: ¡Mirad, mirad! ¡Mirad lo que me he hecho! Pero sé, que cuando pasen los años y lo contemple, ni por un instante, pensaré en borrarlo de mi piel. Es la ventaja de las buenas elecciones.
"Nos conservamos como si fuera importante y siempre lo hacemos a expensas de otros. Nos acaparamos. Triunfamos si ellos fracasan, somos sabios si ellos son necios, y seguimos adelante, aferrados, hasta que no queda nadie, hasta que no nos queda más compañía que Dios. En Quien no creemos. De Quien sabemos que no existe."
Ficha del libro:
Título: Años luz
Autor: James Salter
Editorial: Salamandra
Año de publicación: 2013(1975)
Nº de páginas: 384

Primeras páginas

Os dejo a continuación el enlace en el que podéis acceder a las primeras páginas de esta novela.
Primeras páginas de "Años luz"