La marea azul tiene ante sí un gran reto que hará con sumo gusto: no salirse de la estrecha senda que marca Merkozy, el BCE, el FMI y Goldman Sachs, entre otros asesores externos.
Pese a todo, o precisamente por ello, veo hasta con alivio que todo siga igual. La deuda, a la suya. El tiempo cambiante, aunque el frío llegará en unos pocos días. Frío dentro y fuera. Me gustaría que, como ha ocurrido siempre hasta ahora, el ganador no cumpla sus promesas, que esta vez son más oscuras y esotéricas que nunca. España ha votado (aunque no olvidemos que el resultado es el desplome de un PSOE que ha traicionado sus ideas y a sus votantes más que un repunte extraordinario de la derecha) al que ha prometido castigo por unos excesos que, precisamente, ellos propiciaron en sus locos años de laissez faire, laissez passer (dejar hacer, dejar pasar). Así que seguirá la penitencia, ahora con más saña y convencimiento. La ventaja es que avisan y que se les ve venir.