Mike Leigh posee una sensibilidad tan aguda, una elegancia tan refinada y un amor tan inmenso por el ser humano y sus pequeñas miserias, que cualquier tema que aborde resulta siempre apasionante. Sin embargo en su último trabajo su ambición ha ido más allá y ha tratado en la misma película todos los sectores más íntimos que afectan a los individuos de la sociedad actual: la soledad en medio de la multitud, el culto a la perpetua juventud y su correlativo miedo a envejecer, la piedad ante la desgracia y la amistad como último salvavidas en el naufragio de los tiempos que nos han tocado vivir.
Cualquier otro realizador hubiese tenido múltiples problemas para llegar a buen puerto con tal carga. Mike Leigh no sólo ha conseguido bordar un trabajo extraordinario sino regalarnos una de las mejores, más inteligentes y sutiles películas de 2010. Un film basado en un guión circular que acaba con un magnífico plano de unos de los personajes (nominado al Oscar) y la interpretación sublime de su grupo habitual de actores (que deberían haber sido nominados también). Mike Leigh como apasionado hombre de teatro, arte al que ha vuelto en los últimos años, suele trabajar meses antes con el reparto, incluso antes de tener la historia escrita. Y por si fuera poco, la maestría añadida del director consigue momentos de verdadera comedia con asuntos tan poco divertidos a primera vista.
Otro Año es lo que deseamos todos, pese a las desdichas, los problemas y las dificultades que tenemos que atravesar. Gerri y Tom, la pareja mayor protagonista de la historia, vivirán otro año más, ni mejor ni peor que los anteriores, rodeados de sus amigos, compartiendo sus penas y alegrías, y ocupándose de los pequeños detalles cotidianos que parecen estructurar y dar sentido, en muchas ocasiones, a nuestra existencia.
Un año que el director comenzará por la luz de la primavera que anima a iniciar nuevos proyectos, la excitación natural del verano y su sangre alterada por los primeros rayos de sol, un oscuro otoño en que la melancolía se asocia a la decepción y la gélida estación que cierra el ciclo y acaba con las plantas no son suficientemente robustas para soportarlo.
Un film para ver dos veces, como mínimo, con una Lesley Manville merecedora de un premio a la mejor interpretación femenina de los últimos años, un David Bradley que siempre impresiona por su talento y una historia en la que, como en la vida, los detalles no parecen tener importancia o pasan desapercibidos pero, al final, resultan ser lo único importante.