El salario familiar sigue atado a la “tablita” menemista de los ‘90, con el agravante de que los topes de esa tablita fueron aumentados después de dos años en 16,7% (de 2.400 a 2.800 para un salario de 270 pesos por hijo), en un 11,1% (de 3.600 a 4.000 pesos para un salario de 204 pesos) y en un 8,33% (de 4.800 a 5.200 pesos para un salario de 136 pesos). Luego de este último importe de 5.200 pesos no se cobra salario familiar.
El sistema ha sido virtualmente destruido. La función del salario por hijo es completar una canasta familiar para una familia tipo. En salarios, supongamos de 4.000 pesos, sería necesario un salario por hijo de 1.000 pesos cada uno para acceder a la actual canasta familiar de unos 6.000 pesos. La franja mayor del salario en blanco, de 2.800 a 4.000 pesos, se quedó con una asignación familiar de 204 pesos por hijo, un importe absolutamente alejado de cualquier necesidad de la crianza y educación de un niño.
Desde 2009, 600 mil chicos dejaron de cobrarlo, y este año ya dejaron de cobrarlo otros 400 mil que serán muchos más con la entrada en vigencia de las cuotas de las actuales y futuras paritarias, por bajas que sean. Se calcula que 1,5 millones de niños dejarán de cobrarlo desde 2008.
Se trata de una confiscación deliberada de un componente del salario, propiedad de toda la clase trabajadora, porque está financiado por un aporte patronal actualizado permanentemente, año a año, con los aumentos de salarios por paritarias. Semejante desactualización de los montos que percibimos los trabajadores, simplemente está operando una confiscación, por parte de la Anses, que este año alcanza 3.900 millones de pesos que hubieran ido a parar a los bolsillos de los trabajadores, solamente si los montos se hubieran actualizado de acuerdo a paritarias, o sea a la recaudación efectiva de la Anses por el concepto.
Con el Fondo de Desempleo ha ocurrido lo mismo. Su monto se actualizó por última vez en 2006 y no ha sido tocado ahora, por lo cual quedó clavado en la cifra (descendente, porque se reduce por trimestres) de 400 pesos, cuando de acuerdo a inflación debería estar en 2.000 pesos si su monto inicial del año 1992 se actualizara al día de hoy por inflación. Lógico de toda lógica porque, para sobrevivir, un compañero despedido mientras busca trabajo necesita como mínimo 2.000 pesos. El “ahorro” de Boudou y de Cristina, en este rubro es de 2.300 millones pesos en 2011, porque este ex-beneficio, también está financiado por un aporte patronal específico.
Entre salario familiar y Fondo de Desempleo, la confiscación suma 6.200 millones de pesos sólo este año.
La confiscación del asalariado no acaba ahí. Con la desactualización de la cuarta categoría del impuesto a las ganancias, 1,5 millones de trabajadores tributan esta gabela destinada a las ganancias patronales y nunca a los salarios, excepto gerenciales, que podrían ser superiores hoy a 15 ó 20 mil pesos. Y no podemos olvidar los 6 mil millones de pesos de deuda acumulada a las obras sociales que el gobierno no paga ni piensa pagar. Es plata también nuestra, que debiera fluir a nuestras familias en forma de salud, hoy crecientemente arancelada mediante los “coseguros” de la atención. Por lo tanto, otro rubro fiscal de financiamiento obrero al pago de las deudas con el capital financiero y a los subsidios a las privatizadas y a los capitalistas.
CGT y CTA, dibujadas
El golpe económico al movimiento obrero es enorme. Recordemos, además, que el salario mínimo fue fijado a dedo por la Presidenta en 2.300 pesos contra el reclamo de las centrales sindicales. La CGT y la CTA han quedado dibujadas. Yasky se ha quejado por todas las situaciones referidas aunque no tomó posición por nada de todo esto en el Consejo del Salario mínimo. Moyano ha dicho que “si al movimiento obrero se le intenta quitar derechos y avances, va a haber confrontación”. Pero no la hay.
Néstor Pitrola