El protagonista de esta historia es el actor Paul Rudd en la que también participa el veterano Michael Douglas y la joven, Evangeline Lily, que reconoce que actuar no forma parte de sus prioridades y le permite hacer lo que quiere que es escribir; estar con su familia y trabajar en la ONG que dirige pero que si se pasa dos años sin actuar, no pasa nada, según comentó a Fotogramas.
Esta producción, dirigida por Peyton Reed, experto en comedias como Separados y Abajo el amor, busca el entendimiento entre el Hombre Hormiga original, Hank Pink, y el otro más moderno, Scott Lang, inspirado en el número 47 y 48 de Marvel Premire en 1979. La diferencia del cómic con respecto a la película es que en los cómics el encuentro entre ambos es casual, mientras que en el largometraje es forzado, pues Hank necesita al hombre idóneo para su plan. Otra gran diferencia es que cuando Pink se encuentra con Scott, Hank Pink es Chaqueta Amarilla. En cambio, en el largometraje, Chaqueta Amarilla es el supervillano. De todas formas, los guionistas, a pesar de que hacen un flashback de la historia de amor entre el Dr Pink y Janet Van Dyne, desaprovecharon la oportunidad de desarrollar y contar detalles de ese poderoso romance entre él y la Mujer Avispa que tanto juego dio en los Vengadores, a los que se le hace un guiño. Las escenas de acción están muy bien rodadas. El humor escaso en los cómics originales hará las delicias de los muchos espectadores que se acerquen a ella. Sin embargo, aunque se agradecen algunos de esos chistes, tenemos la impresión de que rompen el tono y le restan fuerza, pues ya se sabe el drama de muchos personajes de Marvel, ya que se trata de héroes con los pies de barro. Seres imperfectos, que poseen un don, con los que nos sentimos identificados y que pueden hacer grandes sacrificios por amor a sus seres queridos o a la humanidad.
La relación casi paterno-filial, que se establece entre los dos Hombres Hormiga, invita inmediatamente a pensar en el valor de la acogida. Puede llegarse a ver la relación tan intensa que se produce entre un “padre” que es capaz de ver más allá de la apariencia y que mira al corazón del otro. Por otra parte, el poder curativo de la reconciliación puede que haga acto de presencia en una sencilla escena que transmite la idea de la esperanza en la familia. También destaca que el uso de la ciencia debe tener unas limitaciones porque el fin no justifica los medios. En definitiva, se trata de una entretenida cinta de superhéroes, no de las mejores, pero que deja buen sabor de boca, recordándonos la importancia de las segundas oportunidades (publicado en Páginas digital).