Peyton Reed, que vuelve a pilotar esta nueva aventura de Scott Lang, da más valor, en esta ocasión, a la acción y al humor que al drama. Los efectos especiales están muy logrados y se utilizan acertadamente cuando la situación lo requiere sin forzar la máquina. Tampoco se olvida del concepto de continuidad tan habitual en los cómics de superhéroes. Este director con la ayuda de varios guionistas combina un humor más o menos infantil con un buen ramillete de chistes destinados a un público adulto que pasa desapercibido para los más peques de la casa. Sin embargo, a pesar de contar con todos los medios posibles y ser bastante entretenida, al largometraje le falta algo, no tiene la frescura de la primera, haciendo honor a la repetida frase de segundas partes nunca fueron buenas.
En contraposición con lo negativo, esta producción apuesta por la familia de los dos héroes, un hombre como Scott que intenta redimirse y que encuentra el apoyo que necesita en la familia de su hermana siempre dispuesta a ayudarle, supliendo sus carencias, pero dando el valor que se merece a una persona que da la vida por su hija. Por otra parte, esta película presenta, con acierto, el drama de Hope que de algún modo se encuentra huérfana de madre, pero que no pierde la esperanza de reencontrarse con ella.
Por otra parte, hay que prestar atención también a los guiños cinéfilos al clásico de ciencia ficción, El increíble hombre menguante, y al cine de serie B (publicado en Pantalla 90).