IDEAS AL PODER
Necesitamos
ideas nuevas que alumbren el futuro, y ésa debía ser la función de nuestros
gobernantes y de quienes aspiran a ello. Pero a la vista del páramo intelectual
en que habitan los sudo dichos, sean bienvenidas cuantas ideas puedan aportar
algo de luz en nuestro lamentable presente para guiarnos hacia un futuro mejor.
El
sistema político y social que con tantas esperanzas nació en la difícil
Transición hace aguas por todos sitios. No hay un solo poder del Estado que
esté libre de la desconfianza general de la ciudadanía, y observamos con
tristeza que quienes deberían tener el valor de afrontarlo con seriedad,
imaginación y coraje, son incapaces de aportar ideas novedosas que realmente
puedan debatirse con alguna dosis de entusiasmo que genere ilusión en el
maltrecho pueblo español.
Sin líderes
Al
frente del partido que gobierna hay un hombre, Rajoy, al que Dios no llamó por los caminos del liderazgo. Es un
perfecto representante de la nomenclatura de los partidos; ésa que ha pervertido
la naciente democracia de 1.978. Y enfrente, Rubalcaba en el PSOE, otro genuino ejemplar de lo mismo. Ambos, y los
que les precedieron, han convertido paulatina y mezquinamente a sus
organizaciones en unas máquinas pesebreras en las que priman las lealtades
personales sobre las valías, con menoscabo de la verdadera representación
ciudadana; el halago sin vergüenza a la
reflexión útil, con grave deterioro de la autocrítica como camino de mejora; el posibilismo a la honestidad, con el
consiguiente demoledor ejemplo para los
gobernados; y, entre otras perversiones, el todo vale para medrar originando ansias de emulación y perversión
de los valores sociales más básicos.
Podríamos
seguir con cuantos partidos políticos han tocado pelo de cualquier poder en
estos treinta y tantos años, salvando solamente, y por aquello de la evitación
de prejuicios, a los que aún no han podido hacerlo.
Ideas y deseos a gritos
Se
leen y escuchan por doquier opiniones para todos los gustos en forma de ideas,
unas más novedosas que otras, y mediante la criba oportuna ellas deben ser la
base para amalgamar un proyecto de Estado que sustituya mejorándolo
sustancialmente al nacido con la Constitución del 78.
Y
ahora es mucho más fácil que entonces por varias razones fundamentales. Se
trata de pasar de una etapa democrática a otra y no de un rail a carretera. De camino a camino. Conocemos los errores
cometidos y sus claras e inevitable soluciones en la que ahora toca a su fin.
Tenemos experiencia en ejercer durante tres decenios largos la soberanía
popular. Y aunque hay nubarrones en lontananza no se atisban rayos y truenos,
como entonces, - los que vivimos aquello sabemos que no era una alegoría
meteorológica, sino una amenaza tan real como nuestro propio pasado- sino un diluvio que bien encauzado podría
llenar nuestras alforjas aunque sólo sea por aquello que venía a decir Goethe sobre que su sabiduría eran sus
errores.
Y,
además, el pueblo español en su mayoría está deseando que se hagan las reformas
necesarias para sacar a nuestra sociedad de la esclerosis que ahora padece.
Ése
mismo deseo que en forma de mayorías absolutas le otorgaron los votantes al
partido del señor Rajoy tanto en el gobierno del estado como en la mayoría de
las comunidades autónomas y en los ayuntamientos más relevantes en las últimas
elecciones respectivas. Expectativas lamentablemente frustradas en muy poco
tiempo por falta de ideas y determinación para, al menos, intentar solucionar
de verdad los problemas estructurales que hacen insostenible al sistema. Y lo
que es más grave, sin una oposición enfrente que le pueda hacer sombra en
ningún sitio, porque ya se encargó el desastroso Zapatero de dejar a su partido, como a España, en la más absoluta
de las miserias.
Lo
de D. José Luis tuvo bemoles, porque cogió un país en inmejorables condiciones
– las mejores de su historia- para haber
dado un salto cualitativo adelante y, por el contrario, lo dejó arruinado.
Aunque sólo engañó en una cosa, es cierto. Dijo que era rojo, feminista y utópico;
cosas que demostró; pero no dijo que era tan incompetente como indocumentado e
irresponsable, que es en lo que de verdad mintió a propios y extraños.
Pero
lo de D. Mariano tiene, si cabe, más enjundia y delito. Con treinta largos años
de experiencia en distintos cargos políticos y ejecutivos en primera fila de la
política local, autonómica y estatal;
con más poder que nadie desde Franco, sin oposición relevante, como hemos dicho; y
viéndoselas venir un año largo antes de llevar a la primera magistratura del
país, no sólo ha sido incapaz de tener una sola idea útil para sacarnos
adelante aminorando la insostenible losa administrativa y política que nos
hunde irremisiblemente, sino que insiste en mantener el tinglado sangrando, Montoro mediante, a los pocos que aún
respiran sin asistencia y a todo aquel que se atreve a moverse emprendiendo
algo de provecho en nuestra mal gobernada nación. A quien aún se moja creando
puestos de trabajo y, por lo tanto riqueza, ni un soplo en el ojo, y leña al
mono que estos ‘gilipollas’ lo aguantan todo. Hará bueno a su predecesor.
Pregunten
por ahí a ver que les dicen, si es que lo dudan.
Las dos primeras
Así
que sólo nos queda la esperanza de las ideas. Y en este caso habría que hacer
como en las antiguas reuniones creativas denominadas ‘tormentas de ideas’.
Todas valen, en principio, siempre y cuando sean para mejorar y no para destruir
estérilmente. Hemos avanzado demasiado para tirar ahora por el camino de en
medio despreciando lo mucho bueno conseguido en estos tres decenios.