Vetusta Blues. –“¿Ante todo mucha calma?”
Las urnas dictaron su sentencia y en Oviedo el mensaje ha sido bastante claro, por mucho que cada uno trate de arrimar el ascua a su sardina: ha de llegar el fin a los veinticuatro años de mando del PP. Se podrá sacar ahora esa vieja canción de la lista más votada y demás zarandajas con las que contentarse con supuestas victorias que ya no deben ser consideradas ni pírricas. Pero el caso es que, tras dos generaciones (¡se dice pronto!) de dominio de una opción que ha instaurado su propio régimen en la ciudad, se abre la posibilidad de un cambio.
Han sido demasiados años en los que se ha tejido una telaraña de relaciones opacas, unos tics que se daban por sabidos, unos modos particulares y propios de un espacio donde el “mando y ordeno” era lo cotidiano, en el que todo dependía de un pulgar arriba o abajo como en el circo romano. El terreno de juego se transforma y ahora todo requiere diálogo y comprensión. Tres fuerzas han de encontrarse en una intersección que puede permitir un vuelco histórico, casi imposible hace unos meses, dado quien tenía la sartén por el mango y ejercía su férrea voluntad desde hace casi cinco lustros.
La responsabilidad es enorme, puesto que desmantelar un régimen implica dos severas labores: una, averiguar los abusos y señalar a los responsables y sus ramificaciones (esos que ahora estarán ya mutando su torva y falsa faz); dos, construir un nuevo panorama sobre el cual crear una nueva ciudad. Ponerse por encima de relaciones personales, llegar a acuerdos con la mayor rapidez posible –lo cual no significa precipitación sino la urgencia de una necesidad imperiosa-, estructurar los primeros pasos de ese futuro gobierno, encontrar la mayor cantidad de intersecciones sobre las que construir un nuevo futuro, son los retos que las urnas les han asignado a las fuerzas de la izquierda en Oviedo. Creo que no debería ser difícil hallar esos puntos de encuentro. La ciudad se asoma a una ventana donde existe la posibilidad de un montón de espacios (Fábrica de Armas, Fábrica de Gas, Antiguo Hospital) donde construir un nuevo Oviedo, mejor y diferente sobre el cual proyectarse al futuro. Una ciudad como Bilbao fue capaz de conseguirlo, de redescubrirse. Oviedo debería ser la próxima, por encima de cualquier interés, con el sentido común por bandera.
Hemos visto muchas barbaridades en estos veinticuatro años, algunas aún por descubrir, otras que nos asombran cuando sabemos el coste que ha hipotecado esta ciudad. Mientras las máquinas de destrucción de documentos no dejan de funcionar en estos días postelectorales, la esperanza de un nuevo horizonte sobre el que construir un lugar diferente, mejor, es la que nos alimenta. Busquen, hablen, pacten, cedan algo, pero pónganse de acuerdo a no más tardar. Oviedo necesita aire fresco.
MANOLO D. ABADPublicado en el diario "El Comercio" el sábado 30 de mayo de 2015