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Antes de los años terribles - Víctor del Árbol

Publicado el 22 mayo 2019 por Entremislibrosyo
Antes de los años terribles - Víctor del Árbol
Desde que leí Respirar por la herida tuve claro que Víctor del Árbol era uno de esos autores de los que leería todo lo que publicara, sin importarme ni el tema, ni el género, ni nada de nada. Y aclaro esto porque probablemente su última novela yo no la habría leído si no fuera suya. No lo voy a negar, leer sobre niños soldado no me apetecía en absoluto, en general las historias de niños no me resultan atractivas, las ambientaciones en África tampoco… En fin, una sinopsis con todas las papeletas para que yo rechazara la lectura, pero el autor me tiene ganada y menos mal porque de lo contrario me habría perdido no solo una gran historia, sino también una gran lección de vida. Hoy os hablo de Antes de los años terribles.

Sinopsis 


Tras años de brutalidad y crueldad y siendo poco más que un niño, Isaías Yoweri consiguió llegar a España y dejar atrás el horror vivido en su país natal, Uganda. Pero cuando todo parece lejano, al menos en el tiempo y en la distancia física, recibe la visita de un compatriota que le pedirá que regrese para participar en unas conferencias sobre la reconciliación que se van a celebrar próximamente. A pesar de su reticencia inicia, Isaías accede y emprende el camino hacia todo aquello que un día dejó atrás.
Y poco más se debe decir sobre una novela cuya lectura me ha dejado total y absolutamente conmocionada. Incapaz de una reacción clara cuando cerré sus páginas. Fueron mil y una emociones las que me acompañaron a lo largo de sus páginas, fueron muchos los momentos de lectura en los que la única salida que tuve fue parar, respirar, cerrar los ojos y respirar de nuevo. Leí las últimas páginas despacio, muy despacio, releyendo, alargando el instante de ponerle fin, pero solo ese fin, digamos físico, de cerrar un libro porque, ahora lo sé, Antes de los años terribles es una de esas historias que nunca tendrán un final en mi corazón porque tras cerrarlo y colocarlo en su lugar en la estantería, tras superar aquella conmoción inicial que me impidió dormir aquella noche que creía haberme despedido de Isaías, siento que no solo vive en mí, él y tantos otros niños a los que se les roba la infancia cada día de mil y una formas, sino que crece, evoluciona y se expande en mí y es que, aunque quisiera olvidar a Isaías, aunque quisiera olvidar el horror leído y pasar página, Antes de los años terribles ha abierto una brecha que siempre permanecerá ahí.
Independientemente del género en el que hayamos encuadrado hasta ahora a Víctor del Árbol todas sus novelas tienen un denominador común y son esos personajes llenos de profundidad que nos invitan a mil y una reflexiones, pero hoy no quiero hablaros ni de la prosa ni del estilo del autor, no quiero hablaros de sus personajes, ni de recursos literarios, ni de tensión narrativa. Hoy realmente me gustaría tener la capacidad suficiente para transmitir lo que ha supuesto esta lectura, pero lo cierto es que tampoco lo voy a intentar, cualquier tentativa sería infructuosa y no haría justicia a una gran novela que va mucho más allá de todo eso. Antes de los años terribles Isaías Yoweri era un niño feliz y, aunque él es un personaje ficticio, su historia no lo es y no solo no lo es, sino que ocurre ante la, si no indiferencia, sí la inacción de todos. Y es tan real como lo es la historia de los miles de niños que cada día, a la fuerza, se convierten en adultos, y no es algo que solo esté ocurriendo con los niños soldado en África, porque se destrozan infancias todos los días y mucho más cerca de nosotros que un lejano país al que la mayoría solo conocemos por los libros de texto en su momento y por las terribles noticias que desde la televisión nos amargan una comida o una cena para, después, volver a nuestra vida como si tal cosa.
¡Qué lectura tan dolorosa! Estaréis pensando y, sin duda, acertáis. Más de uno por esa razón la estaréis descartando y en eso no acertaréis. Antes de los años terribles es una historia dura, cruel, brutal… pero como os decía al principio, es también una lección de vida que, a mí personalmente, a pesar de su sabor agrio, me deja un mensaje de esperanza gracias a esos que no se rinden nunca ante ninguna adversidad. No os la perdáis.

Ficha técnica

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