Antes de que cante el gallo

Por Jalonso

Hoy te escribí tres veces y no te negué. Me dormí pensando en la oscuridad brillante de tu mirada. En tu voz de terciopelo azul. Pensé que valía la pena pronunciar dos palabras, hacerme un café cargado, escribir con sujeto y predicado, dejar el Jim Beam por el agua saborizada con vitamina C, que me vende mi amigo Wally, empezar a caminar tres kilómetros sólo para explorar lindos bares después. Nadar. Y pensar en nada, con la jeta en la ventana abierta. Boludeces. Porque hoy te escribí tres veces y no te negué. Salí a buscar el diario y a ponerme debajo del sol, con un disco de Santana tocando en vivo en Montreal. Hay un mendocino que vive allí y que conocí en La Habana, un atorrante de fe encauzada en la nube del dinero rápido. No es mi fe. Ni la será. No soy ortiba. ¿Viste?  Lo escribí bien.

Y cantó el gallo y no te negué. El amanecer me tomó por asalto y sobreviví. Me hice macrobiótico de la papa frita y la fresca yelada. Adicto al lenguaje de señas para dejar que la música hable por sí misma. Me nutro de Morente y su espíritu me canta en los sueños y hasta creo que puedo ser más feliz si logro entender mejor.

En esta mañana blanca escucho tu latido desde acá. Tu corazón marcha rápido como un caballo rodeado de toros sangrantes. Tenés a un torero encima. Y ni siquiera es tu amante ni tu amigo ni tu jardinero. Es la sombra que saca a pasear al labrador. Una mano para una correa. Pero te comprendo. Yo también llevé la correa y fui una sombra.

Te dije que hoy te escribí tres veces y no te negué. Mi vecina anciana dice que soy un despelote andante porque le pongo Almafuerte a las 10 am y mis amigos se cagan de risa con los videos de Capusotto, estirando la nada. Mezcla de toro y pampa con pan pa mojar el jugo. Y así pasan las horas y el tiempo vuela como los barriletes. Esperando el otoño por eso de los guisos. Maradona dixit.

Pero no quiero hablar de amor. Te escribí tres veces y no te negué. Pedro me habló por debajo de la puerta. Me arrojó un sobre papel madera con los mandamientos del deseo. Y en eso estoy: andando entre la pulsión y el síntoma, diría un psicoanalista de Villa Freud que se mudó a Barcelona, pero para cegar las genialidades de Messi.  Anoche, un amigo me llamó Iniesta. Por la pelada será.

Te escribí tres veces y no te negué. Junté todos los papelitos con tus direcciones equivocadas. Los números que no eran y con los que jamás seré Remo Augusto Erdosain para ganarme una fortuna apócrifa. Los libros en el andén del tren. La exquisita luna que remontaba su luz sobre tu cabellera ondulante. Mi rosa de cobre con berretín de millonario de las medias de caucho

Ya superé la etapa de los velos y voy por el sendero descalzo: sé que te escribí tres veces y no te negué. Fui a pintar tu nombre falso en el paredón de la cortada. Dejé una letra, una sola letra, para que la veas al pasar. No está en mercado libre ni en internet.

Ahora caminamos en Do. Hay jazmines y flores blancas y nieve. Vos andas de campera de cuero rojo y escucho tu boca que besa.

Por eso, y porque sos una gema, hoy te escribí tres veces y no te negué.

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