Ésta es la primera novela protagonizada por Linda Wallander, la hija de Kurt Wallander, el carismático inspector de la policía sueca que dio fama a su creador, Henning Mankell.
De la mano de su padre, Linda Wallander, inicia, en esta, su andadura como protagonista de las novelas policiales de Henning Mankell. Su muy próxima incorporación al cuerpo de policía de Ystad y la circunstancia de que una de sus amigas intimas es, en esta narración, uno de los personajes implicados en la trama, darán la ocasión a Linda de participar en la investigación junto a su padre, el inspector Kurt Wallander. Unas extrañas muertes de animales rociados con gasolina son el anuncio de otros asesinatos... de humanos, esta vez.
¿Quién no recuerda el suicidio masivo de los seguidores de una secta en la selva de la Guyana, allá por los años ochenta? Este es el suceso que da pie al autor para un repaso a los devaneos, a menudo peligrosos, que produce la desazón y el vació existencial en unas sociedades sin rumbo, sobre seres aislados desprovistos de proyecto vital y con las defensas bajas.
Linda Wallander preocupada por la súbita desaparición de Anna, después de que esta le hubiera confesado haber visto a su padre desaparecido hace veinte años, intenta averiguar la causa de de esa repentina ausencia. El diario intimo y otros pequeños e insospechados detalles en el apartamento de su amiga la llevaran a atar cabos y la pondrán sobre la pista del reciente asesinato de otra mujer. A Linda le faltan ocho días para incorporarse a su puesto en una comisaría y su padre no parece aprobar su impaciencia por inmiscuirse en asuntos que no son aún de su incumbencia. Sin embargo una sucesión de preocupantes indicios relacionados con la desaparición de Anna, la amiga de su hija, harán que cambie de opinión.
Como todas las novelas de Mankell, requiere su tiempo. No es de lectura fácil, no es de esas estilo Código da Vinci o las de Mary Higgins Clark que se leen sin esfuerzo y casi sin darte cuenta. Éstas son novelas densas, con mucho contenido, que requieren tener tiempo y ganas. Pero el esfuerzo merece la pena.