Título original: A Clockwork Orange
Idioma original: Inglés; nadsat
Año: 1962
Editorial: Penguin (2000)
Disponible en español en: Minotauro (2012); traducción de Ana Quijada y Aníbal Leal Fernández
Género: Novela corta
Valoración: Muy recomendable
Inglaterra, un futuro no demasiado lejano. Corren tiempos difíciles. Los ciudadanos de a pie malviven en una sociedad de consumo que les empuja a la hipersexualización y la alienación. La ley y el orden apenas se hacen hueco. Por las noches, campan a sus anchas bandas de adolescentes puestos hasta las cejas de leche-plus. Aficionados al robo, a las violaciones, a la ultra-violencia. La moral anda tan de capa caída que uno no se puede fiar ni de su sombra. El protagonista, Alex, será traicionado por sus drugos y, tras acabar en la cárcel, seleccionado por el gobierno para probar una novedosa técnica conductista destinada a erradicar el mal de raíz.
La naranja mecánica fue adaptada al cine en 1971 bajo el mismo título, con guión a cargo de quien también la dirigió: Stanley Kubrick. Si uno ha visto la película antes de animarse con el libro, verá que es inevitable que las poderosísimas imágenes de este director se sucedan en su cabeza mientras lee. Y es que la cinta supo captar a la perfección la esencia de la novela, hasta el punto de que sólo queda una manera posible de imaginarse escenas tan icónicas como ese comienzo en el bar Korova, la violación en casa de F. Alexander, o el tratamiento Ludovico.
Sin llegar a ser una obra maestra, La naranja mecánica atesora unas cualidades que la hicieron profundamente innovadora y que permiten que no haya perdido ni un ápice de su fuerza. Quizá lo más llamativo sea el idioma en el que parte de ella está escrita; un peculiar argot inventado por Burgess, denominado nadsat, que es una mezcla de palabras de origen ruso, con slang Cockney y expresiones propias de niños pequeños. No se trata de un lenguaje que hablen todos los miembros de esta sociedad futurista, sino que es un dialecto de la subcultura adolescente a la que pertenece Alex. El “tronco” y el “mola mazo” de ese mundo, vaya.
Este curioso recurs
Prueba también de su capacidad para superar el paso del tiempo es que, pese a haber sido escrita hace más de medio siglo, la violencia entre sus páginas sigue resultando muy chocante. Habré visto la película decenas de veces y muchas escenas me siguen impactando. Pero en la novela la sensación se acentúa, sobre todo porque disminuye la edad de muchos de los personajes. Alex sólo tiene 15 años cuando comete los atroces crímenes que le harán terminar entre rejas. Y la famosa escena del trío a cámara rápida está protagonizada en el libro por dos niñas de diez años que son emborrachadas, drogadas, y después violadas por Alex. Casi na.
Pese a estas pequeñas diferencias (y a alguna escena eliminada, algún que otro par de personajes fusionados, y tres o cuatro frikadas añadidas por Kubrick), la película es sorprendentemente fiel
El único punto en el que la película se separa realmente del libro es el final. La novela contiene un capítulo extra que es obviado en la cinta de Kubrick, y que narra la redención de Alex. Entiendo que su función es la de introducir una especie de moraleja: el bien sólo surge realmente cuando el individuo lo elige de manera voluntaria; no puede, ni debe, ser impuesto por una fuerza externa. Más allá de que esté de acuerdo o no con esta idea, considero que el capítulo en cuestión sobra, por el hecho de desarrollarse con un tempo antinatural y ser completamente incoherente con el personaje. Desconozco la razón por la que Kubrick prescindió de él (hay explicaciones diversas por internet), pero me parece una decisión 100% acertada.
Por lo demás, si han vivido bajo una piedra y aún no han tenido un encuentro con esta obra, les recomiendo la experiencia La naranja mecánica, tanto la audiovisual como la sólo-visual. Eso sí, sensibleros absténganse. Advertidos quedan.
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