Pasa una ambulancia/ escribo delete A.F.M.
No voy a negar ahora mi interés en la obra de Agustín Fernández Mallo. Si su narrativa me ha empujado a avanzar por líneas y caminos de investigación, en la búsqueda de un lirismo que creía olvidado, su poesía me resulta tremendamente atrayente, porque es donde despliega sus mejores herramientas para construir imágenes de las cosas que, a primera vista, no parecen estar dotadas de un sentido poético. Agustín es un poeta extraño, un autor capacitado para extraer química de cualquier concepto, para samplear cualquier cosa que se encuentre e introducirlo de forma precisa en el cuerpo de un poema. Quizá en Antibiótico, por sus propias características formales, logre una amalgama de conceptos, significados e imágenes mayor que en cualquiera de sus libros de poemas anteriores. Porque la forma es importante y, llegado un punto, un poeta en búsqueda permanente de nuevas vías de expresión, siente la necesidad de probar con el poema extenso, único, sin partes diferenciadas, un caudal de palabras que llevan al lector a reflexionar, a detenerse en pequeños instantes fugaces, a observar desde diversas ópticas la potencia de los versos. Me ha llamado poderosamente la atención la explicación que el propio autor nos brinda acerca de la concepción del libro. Un experimento poético desarrollado durante 15 días encerrado en una casa de un pueblo, casi abandonado, de León. Merece la pena leer con detenimiento este planteamiento, porque entenderemos muy bien el libro y, sobre todo, qué significa la literatura para él, cómo la vive, cómo la pelea. Parte de los versos contenidos en este libro forman parte del repertorio del dúo de Spoken Word Fernández & Fernández, que he tenido la suerte de presenciar en directo en diversas ocasiones. Versos como “pasa una ambulancia/ escribo delete” forman parte del imaginario colectivo de quienes hemos asistido a esas performances tan saludables para la literatura española. Un imaginario que Mallo conoce bien, pues sazona su línea argumental con detalles biográficos de varios personajes de la cultura española e internacional de los años 80, humanizando su experimento, acercándolo al lector que, interesado, se planta en Google para comprobar si la habitación de Ian Curtis, por ejemplo, estaba pintada de azul. Y lo estaba. Sí. ¿Dónde acaba la ficción y comienza la realidad? Nunca lo sabremos. Todo forma parte de lo mismo, de la poética de Agustín Fernández Mallo. Quizá el Seat Ronda donde murieron los sueños creativos de Parálisis Permanente en 1983 tenga la respuesta. Yo, desde luego, no. --------------------------- --------------------------- Nota sobre la edición: No puedo dejar pasar este momento para criticar a la editorial Visor, que ha hecho un trabajo mediocre con este libro. Es descorazonador comprobar una sucesión de errores de maquetación y faltas de ortografía terribles, con nulo gusto estético y que, a mí como parte del gremio, me ha parecido una sublime tomadura de pelo. Una falta de respeto al libro y a los lectores que no me gustaría que se repitiese. Visor mantiene un enorme prestigio en el mundo poético español y latinoamericano y debe mantenerlo cuidando los detalles, trabajando las correcciones y puliendo el diseño, un valor añadido que debe potenciarse si se quiere defender el papel frente al ebook.