2. Nalgas
La sorprendente voz que hoy nos ocupa, del latín antiphōna, y este del griego ἀντίφωνος: "el que responde", da nombre a una forma musical y litúrgica propia de todas las tradiciones cristianas, y al mismo tiempo a esas porciones carnosas y redondeadas que denominamos comúnmente "nalgas"...
...Y es que no, no estamos de broma con respecto a la segunda acepción, que el propio DRAE la describe como "coloquial y en desuso"...
En cualquier caso, en relación a la primera acepción, debemos reseñar que consiste por lo general en una melodía corta y sencilla, utilizada como estribillo que se canta antes y después de los versículos de un cántico, himno o salmo, normalmente en latín.
Encontramos, por cierto, un poema homónimo de Manuel Machado, en el que establece un curioso contraste con la esencia que destila la primera acepción de la palabra...
Antífona:
Ven, reina de los besos, flor de la orgía,
amante sin amores, sonrisa loca...
Ven, que yo sé la pena de tu alegría
y el rezo de amargura que hay en tu boca.
Yo no te ofrezco amores que tú no quieres;
conozco tu secreto, virgen impura;
Amor es enemigo de los placeres
en que los dos ahogamos nuestra amargura.
Amarnos... ¡Ya no es tiempo de que me ames!
A ti y a mí nos llevan olas sin leyes.
¡Somos, a un mismo tiempo, santos e infames;
somos, a un tiempo mismo, pobres y reyes!
...
¡Hasta la próxima posadera!, y si os habéis quedado con ganas de más, podéis echar un vistazo a esta otra palabra: tafanario.
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