"Las diferencias engendran odio."
"El odio no disminuye con el odio. El odio disminuye con el amor." "Odiar es un despilfarro del corazón, y el corazón es nuestro mayor tesoro." "Los bárbaros que todo lo confían a la fuerza y a la violencia, nada construyen, porque sus simientes son de odio."Para leer la primera y segunda parte del presente artículo visite los enlaces: http://www.diariomasonico.com/historia/antimasoneria-odio-la-masoneria
Ad portas de tres siglos de masonería oficialmente especulativa, la antimasonería se ha nutrido por asociación con un odio antiguo y aberrante: el antisemitismo, es decir el odio a los judíos, un odio irracional que hace poco menos de 75 años casi conllevó al exterminio de la comunidad judía en Europa bajo los regímenes fascistas.
Sin embargo de lo anterior, la antimasonería asociada al antisemitismo no llegaría por sí sola, observamos una especie de precuela en tiempos medievales, renacentistas y hasta decimonónicos, en primer lugar aconteció una asociación cruel, latente en la mentalidad popular europea de la época: la absurda vinculación del judaísmo al satanismo, auspiciada por la propia Iglesia Católica Romana y las monarquías.
El IV Concilio de Letrán de 1215 convocado por el papa Inocencio III decretó que los judíos debían usar trajes especiales para diferenciarlos de los cristianos, el alejamiento de los cargos públicos y prohibían radicalmente a los conversos retornar a su antigua fe. El mismo concilio fomentó el desarrollo de los ghettos judíos, o recintos amurallados, no para protegerlos, sino para aislarlos de los cristianos.
La absurda asociación entre el judaísmo y el satanismo defendida institucionalmente por la Iglesia y las monarquías se daba de forma natural en la conciencia colectiva medieval según la cual los judíos eran acusados de crímenes contra los cristianos: por ejemplo, se contaba que los judíos, el día de Pascua, debían raptar y sacrificar un bebé cristiano. Se decía también que los judíos envenenaban los pozos y, en caso de epidemia, se decía que era culpa suya.
Ese sentimiento religioso y xenófobo sigue vigente en la era contemporánea, en noviembre de 2014 el papa Francisco en entrevista ofrecida al diario israelí Yediot Ahronot, expresó lo siguiente: "El antisemitismo es un pecado. No puedes ser un verdadero cristiano si no reconoces tus raíces judías". Empero, no bastarán los esfuerzos de uno o dos papas contra siglos de difamación y odio institucional hacia los judíos, el antisemitismo hace parte del menú de católicos y protestantes reaccionarios y en sus manos se encuentran muchas de las órdenes religiosas más extendidas.
La masonería fue también emparentada al satanismo, el primer responsable de esta asociación sería el papa León XIII, quien publicó la encíclica Humanum genus el 20 de abril de 1884 en la que afirmaba lo siguiente: "El género humano quedó dividido en dos campos contrarios, de los cuales el uno ―el reino de Dios en la Tierra, es decir, la Iglesia verdadera de Jesucristo― combate sin descanso por la verdad y la virtud y el otro campo es el reino de Satanás [...] bajo la guía y con el auxilio de la masonería."
Sin embargo la historia no permanecería estática, un segundo caso de vinculación entre satanismo y masonería devendría de Marie Joseph Gabriel Antoine Jogand-Pagès mejor conocido como Leo Taxil, de su legado se gestó la primera manifestación histórica del odio antisemita y antimasónico.
Leo Taxil nació el 21 de marzo de 1854 en Marsella y desde joven se hizo acreedor de un gran prontuario de delitos por estafas y fraudes.
De Taxil se destacan varios delitos por fraudes, siendo muy joven escribió unas cartas a las autoridades marsellesas alertándolas de una infestación de tiburones en las costas de la ciudad, llegó a movilizar a varias decenas de soldados armados con arpones para buscar los tiburones, todo fue una bufonada.
Fue condenado a prisión por sus fechorías, pero seguiría delinquiendo toda su vida.
Más tarde causó más movilizaciones, esta vez de eruditos y arqueólogos que recibieron sus "estudios" que aseguraban la existencia de una ciudad romana bajo las aguas del lago Leman, otra bufonada.
Posteriormente se reinventó, cambió de perfil, ahora se mostraba como un furioso anticlerical que publicaba libros en contra del Vaticano, se hizo relativamente famoso como autor por libros como: Las sotanas grotescas (1879), Los hijos de los jesuitas (1879), Calotte et calotins, historia ilustrada del clero y de las congregaciones (1880), Los Borgia (1881), La pornografía sacra: la confesión y los confesionarios (1882), La prostitución contemporánea (1883), Pío IX ante la Historia, su vida política y pontifical; sus vicios, sus ídolos, sus crímenes (1883), entre tantos otros.
Leo Taxil ingresó a la masonería francesa el 7 de febrero de 1881, pero pronto encontró oposición por parte de varios francmasones distinguidos entre ellos el célebre poeta Víctor Hugo y el historiador Louis Blanc quienes interpusieron demandas civiles en su contra por plagio, cabe decir que poco después de su iniciación, el 23 de abril de ese mismo año Taxil había sido condenado en una corte civil por plagiar una obra del autor Auguste Roussel, por lo anterior se promovió un juicio masónico en su contra y diez meses después de su iniciación fue expulsado de la masonería por indigno.
A partir de estos eventos devino una crisis editorial y económica para Taxil, pocas semanas después de su expulsión de la masonería su revista L'Anti-Clerical pasa de vender 67.000 ejemplares a menos de 10.000, unos años después, el 30 de julio de 1884 su editorial es declarada en quiebra.
Consiguientemente Leo Taxil volvió a reinventarse y a cambiar de perfil, en 1885 simuló su conversión a la Iglesia católica romana y decidió ahora hacer de la antimasonería un nuevo éxito editorial.
Publicó títulos cruelmente antimasónicos como Los hermanos tres puntos (1885), El culto del Gran Arquitecto (1885), Los misterios de la francmasonería (1886), El Vaticano y los francmasones (1886), La francmasonería diabólica (1887), Confesión de un ex libre pensador (1887), La Francmasonería (1888), La corrupción en el fin de siglo (1891), El diablo en el siglo XIX (1985)
Sobre lo anterior el investigador, académico y sacerdote jesuita José A. Ferrer Benimeli de la Pontificia Universidad de Comillas, en su título "El contubernio judeo-masónico-comunista, Madrid, 1982" escribiría lo siguiente: (Taxil) "puso sobre el tapete las más absurdas patrañas, que acompañaba de pasajes tomados de los verdaderos rituales masónicos. Ya en los Tres Hermanos Puntos lanzó la idea de que los masones practicaban el culto del diablo. En el libro Las Hermanas Masonas describe el "culto del demonio", llamado Palladismo, inventándose orgías en las que Lucifer era venerado como el Príncipe. Además se debía adorar a Satanás, representado en forma de Baphonet, un ídolo con patas de cabra, pechos de mujer y alas de murciélago. El punto culminante consistía en la profanación de hostias robadas previamente.
Una gran parte de los periódicos católicos del tiempo llenaron diariamente columnas enteras con estas revelaciones. El propio papa León XIII llegó a recibir al "converso" en una audiencia especial.
Pronto tuvo Taxil numerosos discípulos. Uno de ellos, el doctor Bataille que en realidad era un alemán llamado Hacks que escribió una voluminosa novela titulada El diablo en el siglo XIX o los misterios del espiritismo. La Masonería luciferina [ París, 1892]. El italiano Domenico Margiotta que publicó El culto de la Naturaleza en la Masonería universal [Bruselas, 1895]. Jules Doinel, más conocido por J. Kotska, escribió Lucifer desenmascarado [París, 1895]. Estampez-Jannet publicó La mano del diablo o la Masonería [Avignon, 1885]. Un alto eclesiástico, monseñor Armand-Joseph Fava, obispo de Grenoble, también se afilió a los discípulos de Taxil, escribiendo El secreto de la Masonería [Lille, 1885]. El negocio floreció y los escritos de Taxil, Hacks, Margiotta, etc., encontraron venta rápida. En concreto, de Los Hermanos Tres Puntos, en poco tiempo se vendieron hasta 100.000 ejemplares."
En el artículo The confession of Leo Taxil de Heredom. The Transacations of the Scottish Rite Research Society vol. 5, 1996, pp. 137-168, que tradujo la publicación del diario Le Frondeur del 25 de abril de 1897, se reproduce que el 19 de abril de 1897 Leo Taxil acabó con lo que llamó "una broma" en una conferencia de prensa organizada en la Sociedad de Geografía en la cual confesó que sus revelaciones sobre los masones eran ficticias y agradeció al clero por su contribución en el éxito de la farsa al darle propaganda y fondos a sus publicaciones. Eso provocó un escándalo que obligó a la policía a intervenir para proteger al autor.
En dicha conferencia de prensa Taxil dijo lo siguiente: "El Palladismo ya no existe. Yo lo creé y yo lo destruí".
Las actividades antimasónicas del papa León XIII y de Leo Taxil que vinculaban a la masonería con el satanismo, pronto hicieron metástasis en mentes retorcidas que ahora veían con "claridad" un absurdo vínculo entre el judaísmo - satanismo y la masonería - satanismo.
El primer antecedente formal que vincula a la antimasonería con el antisemitismo fue fraguado por monseñor León Meurin, arzobispo de Port-Louis, Mauritius quien sustentado en Taxil publicó en 1893 "La Francmasonería, Sinagoga de Satán" un libro lleno de odio hacia los judíos y a los masones. En la página 260 Meurin dice: "Todo en la Franc-Masonería es fundamentalmente judío, exclusivamente judío, apasionadamente judío, del comienzo al final".
Pero lo peor vendría después cuando en 1902 fueron publicados Los protocolos de los sabios de Sion, un documento especialmente antimasónico y antisemita que proponía la existencia de un complot judío-masónico que pretendía conseguir la dominación política mundial, además de destrucción del cristianismo a través de la masonería, que sería el vehículo utilizado por los Sabios de Sion para desnaturalizar a la humanidad y luego dominarla.
Elie Wiesel, ganador del Premio Nobel de la Paz diría sobre Los Protocolos "Si alguna vez un texto pudo producir un odio masivo, es este....Este libro no es sino mentiras y difamación."
Según el United States Holocaust Memorial Museum, "Los Protocolos es totalmente una obra de ficción, escrita intencionalmente para culpar a los judíos de una variedad de males. Los que la distribuyen afirman que documenta una conspiración judía para dominar el mundo. Pero la conspiración y sus presuntos líderes, los Sabios de Sion, nunca existieron."
El objeto de este nefasto documento era conseguir la justificación ideológica de los pogromos que sufrían los judíos en la Rusia zarista, desde 1881 hasta 1884 esa comunidad soportaba persecuciones, linchamientos y asesinatos; de acuerdo al artículo Jewish Massacre Denounced del New York Times de abril 20 de 1903 se calculó que, como consecuencia del pogromo, cerca de dos millones de judíos rusos emigraron hacia los Estados Unidos y Argentina en el periodo comprendido entre 1880 y 1920.
Deslumbrado por el panfleto de los Protocolos de los Sabios de Sion, el integrista católico sevillano José Ignacio de Urbina fundó en 1912 La Liga Nacional Antimasónica y Antisemita, una organización antisemita y antimasónica española que recibió el apoyo de veintidós obispos mediante cartas publicadas en el periódico de la Liga El Previsor, dirigido por el propio Urbina entre mayo de 1912 y febrero de 1918, lo anterior está ampliamente documentado en el libro El Antisemitismo en España. La imagen del judío (1812-2002) del autor Gonzalo Álvarez Chillida.
La farsa de los Protocolos se reveló en 1921 por el diario de Londres, Times, a través de una investigación que presentó evidencia concluyente según la cual los Protocolos eran un plagio tosco.
El diario confirmó que los Protocolos habían sido copiados en gran parte de una sátira política francesa que no mencionaba a los judíos - El Dialogo en el Infierno entre Macchiavello y Montesquieu (1864). Otras investigaciones revelaron que un capítulo de Biarritz (1868), una novela escrita por el prusiano Hermann Goedsche, también "inspiró" los Protocolos. Información más detallada puede consultarse en la Enciclopedia del Holocausto (1990).
Ejemplos del plagio pueden encontrarse en la obra del académico y sacerdote jesuita José Antonio Ferrer Benimeli, El Contubernio Judeo-Masónico-Comunista, Ediciones Istmo, Madrid, 1982, páginas 157 - 166.
"Diálogo de Joly, p. 75: Organizaré, por ejemplo, inmensos monopolios financieros, reservas de la fortuna pública, de los que dependerá tan estrechamente la suerte de todas las fortunas privadas, que serán absorbidas con el crédito del Estado al día siguiente de toda catástrofe política. Vos sois economista, Montesquieu; pesad el valor de esta combinación. Protocolos de Nilus, p. 42: Bien pronto organizaremos enormes monopolios - colosales reservas de riquezas - en los que las fortunas de los cristianos, incluso las grandes, dependerán de tal forma de ellos, que serán absorbidas con el crédito de los Estados al día siguiente de una catástrofe política. Señores economistas aquí presentes, considerad la importancia de esta combinación. Diálogo de Joly, p. 77: Es preciso llegar a que en el Estado haya solamente proletarios, algunos millonarios y soldados. Protocolos de Nilus, p.45: Es preciso que en los Estados haya solamente proletarios, algunos millonarios... y soldados."Los Protocolos de los Sabios de Sion fueron introducidos a Adolf Hitler por el ideólogo nazi Alfred Rosenberg, Hitler constantemente se referiría a ellos en sus discursos y posteriormente serían parte oficial de la propaganda nazi.
Según la Encyclopedia of Social Problems, Ed. Vincent N. Parrillo. William Paterson University. 2008, página 107, en los archivos que aún se conservan de la Reichssicherheitshauptamt, se evidencia la brutal persecución contra los masones y se estima que aproximadamente 200.000 masones fueron exterminados por el régimen nazi en Alemania y los territorios ocupados.
Los Protocolos de los Sabios de Sion lograron su cometido: el asesinato y la persecución de cientos de miles de masones y 6 millones de judíos. Para nosotros resulta a todas luces inexplicable que esta publicación apócrifa tenga aún cierta relevancia para un grupo importante de personas que en todo el mundo siguen a los pseudo-teóricos de la conspiración, cuya imaginación macabra enlaza a la masonería con Los Protocolos de los Sabios de Sion para después vincular a los masones con la mafia, la política internacional y el club Bilderberg, lo que termina siendo un revoltillo de ignorancia supina generador de un odio cíclico en contra de la masonería.
El discurso del odio antimasónico pretende degradar, intimidar, promover prejuicios o incitar a la violencia contra de los masones y masonas por motivos de su pertenencia a la masonería, para luchar en contra de la antimasonería se deberán promover foros, debates y discusiones dedicadas a comprender las causas y las consecuencias del discurso de odio antimasónico ya sea religioso, político o por asimilación a otros odios, para así conseguir disipar la ignorancia sobre la Orden Masónica.