Antisocial empieza en la nochevieja de un futuro no muy distante. Cinco amigos de la universidad se reúnen para celebrar el nuevo año. Sin que lo sepan, una epidemia ha estallado, causando brotes en todo el mundo. Sin ningún sitio al que ir, levantan barricadas y se encierran con sus teléfonos, portátiles y otros dispositivos electrónicos. Los usan para intentar averiguar las causas de esta infección. La información empieza a llegar en forma de videos a sus ordenadores, a la vez que el miedo se va convirtiendo en paranoia ¿Quién está a salvo? ¿En quién pueden confiar? La realidad se empieza a enturbiar cuando poco a poco descubren el virus que causa esta enfermedad… y no hay vuelta atrás.
Cody Calahan debuta en el mudo del largometraje con Antisocial, que además de dirigir también escribe el guion junto a Chad Archibald. Un film que se sirve de la actualidad tecnológica –las redes sociales- y de los tópicos del ‘género’ zombie y terror japonés, para ofrecer un producto de corte cercano al amateur.
Antisocial surge fruto de una buena idea, que sin ser la panacea de la originalidad, se ve mermada por un mal desarrollo de la historia, pésimas interpretaciones, algún fallo de guion y escenas de relleno que no vienen a cuento, por ejemplo, el amigo que pide ayuda pero no se vuelve a saber de él en toda la película sólo sirve para crear confrontación entre dos de sus protagonistas en el interior de la casa, pero que bien se podría haber provocado de cualquier otra manera.
La película crítica como las redes sociales se introducen en nuestra vida privada sin apenas darnos cuenta y llegamos a depender de ellas. Pero más que la propia plataforma, hace hincapié en el comportamiento de sus usuarios dentro de éstas y fuera en la vida real, a menudo un comportamiento totalmente distinto. Colgamos fotos, hacemos tracking de nuestra posición, ponemos pensamientos personales e incluso que tareas que estamos haciendo al mismo tiempo de postearlas en nuestro perfil. Unas actividadades que se han convertido en nuestro estilo de vida, y sin duda, han pasado a formar parte de nuestros quehaceres diarios, como el vestirse, ducharse o lavarse los dientes.
A menudo, ponemos cosas personales –aunque a simple vista no lo parezcan -, además, agregamos gente que no conocemos lo suficiente como para compartir según qué información con ellos, sea gráfica o textual. Sin embargo, luego nos quejamos de que la plataforma invade nuestra privacidad. Cosa que en un principio no debería importar si solo tenemos un círculo de amigos reducido, los de la vida real. Pero si no configuramos las opciones de privacidad debidamente, gente que no conoces –agregados por tus amigos- verán tus publicaciones e información en el perfil de tu amigo.
De todas maneras, siempre habrá unos ojos indiscretos que podrán ver nuestra información, no olvidemos, que detrás de la plataforma, hay una empresa que tiene unos empleados. Con esa idea, y no mucho más lejos de la realidad, la película lo lleva al campo del terror paranormal, mezclando lo tecnológico con lo biológico. Pero esta idea, aparentemente tan ‘atrayente’, no está bien plasmada en la pantalla y menos aún desarrollada de forma efectiva.
En un terreno más personal, no me han gustado las influencias de terror japonés en las visiones que sufren los protagonistas una vez infectados, especialmente, cuando estos se comunican con el resto. Secuencias muy deudoras de películas como Ringu, El grito o Dark Water. De manera tardía, la película mantiene recurre al gore en su tramo final, pero ni siquiera la escena del taladro, además de inverosímil, soluciona el resto de aspectos negativos de la película. Una apuesta personal en la programación, que me ha decepcionado profundamente y sólo la recomendaría a quien tenga mucha curiosidad.
Puntuación