No sé, estás en tu casa haciendo zapping buscando una película para ver y te encontrás, justo entre “Rápido y furioso” y “Mi novia Polly”, a John Cusack quejándose a cámara de su vida amorosa, ¿la dejás? Yo sí, así fue que conocí High Fidelity.
Aclaremos: No es una película de Woody Allen, ni intenta serlo. Es verdad que el formato de protagonista-narrador es muy usado por él, pero ésta es una de esas películas donde lo llevan más allá. Ni mejor ni peor, más allá porque el protagonista aparece en el 95% de la película y más de la mitad de sus diálogos son al espectador. Por suerte para el que quiera verla, tanto el actor como el guión están a la altura de la situación durante toda la película sacándote muchas sonrisas y más de una risa.
¿De qué la va? Es una película de un tipo basada en la novela homónima de otro tipo, donde John Cusack interpreta a un fanático de la música que, viviendo una separación, se pone a reflexionar sobre su vida y su top5 de rupturas amorosas.
El hecho de que se trate de una persona que tiene un top5 de todo (ya sea de canciones para un lunes a la mañana como de situaciones de su vida), que tiene una colección de vinilos que puede ordenar autobiográficamente y que es dueño de un negocio que vende discos de colección, nos garantiza una cosa: High Fidelity es una de esas películas en las que ves todos los créditos sólo para terminar de escuchar la banda de sonido.
Algo que no puedo dejar de comentar, es que la película cuenta con Jack Black haciendo de Jack Black entre sus personajes secundarios. Que esto sea razón para que la veas o para que no, depende de vos. Sólo me permitiría decir “mirala” si sos del grupo de personas que saben que la British Invasion no tiene nada que ver con Malvinas ni ningún otro evento bélico.
Atención: No apta para personas que no puedan ver a John Cusack. En serio.
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