Poeta Antipoeta Culto Anticulto Animal metafísico cargado de congojas Animal espontáneo sangrando sus problemas
VICENTE HUIDOBRO, Altazor
Mi instinto ha desfallecido, ávido, todo encima, por las inundaciones precisas de la libertad, Por el musgo y la sospechosa pampa del delirio que va ahogándolo todo. Me han musitado, esos fondos sin tregua, sueños revueltos como lentejuelas de pantano invadiendo.
Yo le tengo cariño a esas incursiones y a los platos de comida sudamericanos que pululan entre los mercados Y que me quitaron el hambre y me dieron el precio preciso del hombre en cada pueblo.
A veces presiento, dormido, que sigo viajando como si fuese un cauce subterráneo que brega, Que hace lo que hacen los años entre los cuerpos, que lucha para abrirse camino entre las ráfagas.
A veces reviento algo por dentro como si naciera: busco la luz lo mismo que la crisálida al abrirse frente al rocío. Y entonces, despierto con algo de inicio, con toda la fuerza de la voluntad arrojándome contra los muelles. Yo me he columpiado frente a los cráteres del espanto, y lo he hecho solo para sentirme libre. No hay otra explicación a un acto poético que no se puede convertir en poesía. Salvo un salto al vacío como de fe o renuncia, lo que queda es la sonrisa. Yo he logrado esa línea dichosa y he llorado de felicidad.
Yo he amado hasta meterme la tierra entre los huesos: Este esqueleto será una brisa, yo lo he visto, yo lo creo, entre biblia y cielo lo presiento emancipado.
Que felicidad esto de saberse rebelde, la hermosa señal del que se supo liberado.
Yo sigo atisbando vestigios inmensos como minúsculas distancias arrojadas al deseo.
He arruinado mi vida por todo esto y he renunciado a los días de mecánico entuerto Y amargo sabor de celda entre las noches Por un puñado de monedas que me auguraron los mejores encuentros con lo desconocido.
De vez en cuando, parado frente al mismo recuerdo de mi contemplación, Me he sentido como un animal abandonado, como si anduviera fronterizo, como si supiera del desasosiego Pero he andado para conseguir nuevos paisajes y entonces, el crepúsculo, Me ha sorprendido trazando nuevas fronteras: huellas blandas a la orilla de un río. A esa sensación tan placentera que es la de escaparse Toda mi sangre se ha entregado; ha delirado por la velocidad como si sólo el instante bastara Y por la selva, feliz de irme creando, he entretejido mi aullido como si quisiera dejar un fantasma tendido entre los árboles.
Yo he escrito algunas palabras para perpetrar una historia:Mi nombre aunque sea;
Titilando como un faro desde la más remota expectativa. Y nunca he traicionado al silencio ni a la enorme sensación de la soledad tan juzgados por el miedo.
Cada día he amanecido lejos de la repetición, Severamente me he sentido único Y he señalado, con satisfacción, Con inmutable mirada de fascinación, Las montañas inalcanzables y los altos árboles deshechos, Los asolapados ríos escondiendo su ruido entre la noche y las tranquilas charlas con el fuego.
Pero tampoco olvido los rostros que fueron convirtiéndose en cotidianidad, Entiendo que hay que callar para mantener el apremiante encuentro con el recuerdo Y que de estos negocios no se salva ni el ceño fruncido del prejuicio, ni la mentada consagración de lo innombrable. Sin embargo,hubo días donde estuve más lejos, como si estuviese perdido, o alguien, dormida, apenas me estuviera soñando o dando un beso… Y hay tantos labios para humedecer de nuevo, para limpiar con la caricia como si se quitaran las nubes de un nevado Que me resulta difícil enterrarlo todo como si se tratara de un juguete viejo y no de un estentóreo tesoro prendido al corazón y el cariño.
Mi mente es alguien confundido, desordenando todo, tirando todo por la ventana. Cuento esta verdad, delirando todavía por nuevos espejismos. Cada palabra me exige una maleta, La errancia de nuevo, lo inconmensurable.
Todos los días un fugaz temblor viene a decirme que solo es un viaje esto de la memoria, Esto de ir a dormir sin saber en dónde, Lo digo en serio, lo de la nostalgia y la mirada trayendo ciertas conversaciones parecidas a un nido Son cosas que van enfermándolo a uno, que le van poniendo ramas y hojas y estrellas en el cielo.
(Hay grillos que plantan su voz de ausentes en el centro la lluvia La oración que nadie escucha, la frase que confirma, que se ha enamorado de la Luna).
Yo he soñado con viajar de nuevo,
he nacido para vivir de esto, Me he inventado.
Cada milímetro del mundo ha sido como un lienzo en blanco: Yo me he arrojado con todos los colores, Sangre he pintado, Uñas, Barro entre los dedos, Todo encima: Montón de pintura que recuerda sueños.
Entonces, Para decirlo, de una vez, como alguien que se confiesa, Yo me he entregado, Todo.
Al final, El cuadro siempre ha quedado solo Como cuando una llama se desvanece entre la niebla…