Título: Antología Bilingüe
Autor: W.B. YeatsEditorial: Alianza Editorial (1990)
Ya antes de viajar en diciembre a Dublín tenía ganas de conocer a Yeats, allí, las ganas se incrementaron al verlo por todas partes: librerías llenas de sus libros, en el Writers Museum, en murales, en las calles... No en vano, se trata del poeta más importante del país, tanto por sus preciosos poemas, como por haber sido un importante activista en la causa por la independencia del país, llegando a ser incluso senador. Además, fue el primer irlandés en ser galardonado con el Nobel de Literatura en 1923, y por si eso fuera poco, fue cofundador del Abbey Theatre, el Teatro Nacional de Irlanda, que se encuentra en Dublín. Esta antología la leí durante las navidades (es por eso que la foto ha quedado un tanto desfasada, aunque con el frío que hace, me siento más en Navidad ahora que entonces), después volví a encontrármelo en El sueño del celta de Mario Vargas Llosa, donde se habla de él, ya que formaba parte del círculo de amigos del protagonista, Roger Casement. Después de tantos encuentros tenía que conocerlo ¿no creéis?
Los cisnes salvajes de Coole
Los árboles están en su esplendor de otoño,las sendas en el bosque ya están secas,bajo el crepúsculo de octubre el aguarefleja un cielo inmóvil;sobre la plenitud del agua, entre las piedras,cincuenta y nueve cisnes.
El decimonoveno otoño ha descendido sobre mídesde que por primera vez contaray viera, antes de conocer su número,de pronto a todos ascendery desplegarse en grandes semicírculossobre sus clamorosas alas.He reparado en estos seres prodigiososcon dolorido corazón.
Todo ha cambiado desde que oyera en el crepúsculo,por vez primera en esta playa,el golpe de sus alas sobre mi cabezay yo pasara con más leve paso.Con fuerza aún, amante cabe amante,hoy nadan en los fríosarroyos amigables o ascienden por el aire;sus corazones no han envejecido;pasiones o conquistas, allí donde se encuentren,aún hoy les conciernen.
Pero ahora vagan sobre el agua inmóvil,misteriosos y bellos;¿en qué cañaveral harán su nido?,¿al borde de qué lago o charcadeleitarán los ojos de los hombres cuando yo despierte un díay vea que han volado lejos?
William Butler Yeats
William Butler Yeats nació en 1865 en Dublín y falleció en Francia en 1939. Aunque yo voy a hablaros de su faceta poética, también tiene una importante producción teatral. La antología, aunque algo breve, es una perfecta manera de acercarse por primera vez a su obra, ya que recoge algunos poemas de sus libros más destacados, recorriendo así su extensa carrera literaria desde sus primeras publicaciones hasta las últimas, en un periodo de tiempo que comprende más o menos desde 1886 hasta 1938.
La isla del lago de Innisfree
Me levantaré y me pondré en marcha, y a Innisfree iré,
y una choza haré allí, de arcilla y espinos:
nueve surcos de habas tendré allí, un panal para la miel,
y viviré solo en el arrullo de los zumbidos.
Y tendré algo de paz allí, porque la paz viene goteando con calma,
goteando desde los velos de la mañana hasta allí donde canta el grillo;
allí la medianoche es una luz tenue, y el mediodía un brillo escarlata
y el atardecer pleno de alas de pardillo.
Me levantaré y me pondré en marcha, noche y día,
oigo el agua del lago chapotear levemente contra la orilla;
mientras permanezco quieto en la carretera o en el asfalto gris
la oigo en lo más profundo del corazón.
Isla del lago de Innisfree © Copyright Kenneth Allen
Yeats comenzó introduciendo el simbolismo en la poesía irlandesa, fuertemente influenciada en aquel entonces por la tradición anglosajona de su vecina Inglaterra. Una de sus señas de identidad es el marcado carácter irlandés que impregna todas sus composiciones, desde la introducción del mundo de leyendas y cuentos tradicionales irlandeses, llenos de gnomos, duendes, druidas y hadas, hasta la exaltación de la naturaleza y el paisaje de la isla esmeralda. Poco a poco, sus poesías se irían haciendo más y más combativas y políticas, ensalzando en muchas de ellas a héroes caídos por la independencia del país. Sea cual sea el tema que trate, la mano de Yeats se ve inmediatamente en todos sus poemas, con un estilo muy personal, incluso los poemas amorosos van más allá de un típico poema de amor, baste leer el a la vez hermoso y terrorífico poema Si sólo yacieras muerta y fría.
Si sólo yacieras muerta y fría
Si sólo yacieras muerta y fríaY las luces del oeste se apagaran,Aquí tu cabeza descansarías,Y yo mi frente sobre tu pecho,Tiernas palabras susurrarías,Perdonándome, pues ya estás muerta:
No te alzarías ni partirías presurosa,Aunque tengas alma de pájaro errante,Sabes que tu cabello flotanteEstá preso del sol, la luna y las estrellas;Quisiera, amada, que en la tierra yacierasBajo las hojas delicadas,Mientras los astros, uno a uno, se apagan.
Este ha sido sólo un aperitivo, un manera de conocerle un poco por encima para poder ir leyendo más adelante uno a uno sus poemarios llenos de una gran belleza y de interesantes reflexiones. Aunque sé que la poesía tiene muchísimos menos adeptos que la novela este es, sin duda, un poeta que os recomiendo os animéis a conocer.
Los sueños rotos
Hay canas en tu pelo.
Los jóvenes ya no se quedan de repente sin respiración
cuando tú pasas.
Pero quizás un viejecillo murmurando te bendiga
porque fueron tus oraciones
lo que le había salvado en su lecho de muerte.
Sólo por ti —que toda la aflicción del corazón has conocido,
y has dado a otros toda la aflicción del corazón,
desde que en magra mocedad te revistieras
de onerosa belleza— sólo por ti
el cielo ha desterrado la amenaza de su maldición,
tal es la parte de su paz que tú compones
sólo con adentrarte en cualquier cuarto.
Y tu belleza ha de dejar entre nosotros
vagos recuerdos; nada más que recuerdos.
Un hombre joven cuando los mayores callen
dirá a uno de ellos, “Háblame de aquella dama
a la que empecinado en su pasión cantó el poeta
cuando la edad podría haberle helado ya la sangre”.
Vagos recuerdos; nada más que recuerdos,
pero en la tumba todos, todos renacerán.
La certidumbre de que yo veré a esa dama
apoyada, o de pie, o caminando
en el primer encanto de su feminidad,
con el fervor más joven de mis ojos,
me ha puesto a murmurar como un demente.
Tú eres más hermosa que ninguna,
y aun así, tu cuerpo tuvo una imperfección:
que tus pequeñas manos no eran bellas,
y yo me temo que te escaparás
para adentrarte hasta que el agua llegue a tus muñecas
en ese misterioso lago, siempre en plenitud,
donde los que han obedecido a la sagrada ley
se adentran en su perfección. Deja inmudables
las manos que he besado,
por el recuerdo de los viejos tiempos.
Se apaga el último tañido: es medianoche.
Y todo el día en una misma silla
de sueño a sueño y verso a verso he ido
en mi divagación con una imagen de aire:
vagos recuerdos; nada más que recuerdos.