Antonio Argandoña: hay crisis de confianza, porque ésta es asunto moral

Publicado el 07 agosto 2012 por Noblejas


Antonio Argandoña, amigo y colega universitario, ha publicado en su blog del IESE una entrada acerca de la confianza.

He de decir que leo de modo habitual a Antonio con la esperanza de ir alejándome progresivamente de mi ignoracia casi supina acerca de la naturaleza real de las cuestiones económicas, de negocios, empresariales, etc. Y desde luego, acerca de la "crisis-en-que-vivimos", sea ello lo que realmente fuere.

Entiendo que la entrada acerca de la confianza entra en el núcleo duro de lo que vivimos: ética y cuenstiones de confianza, no sólo empresarial, sino -a mi entender- sobre todo cívica. Ha habido exceso de abusos de confianza y hay desconfianza en el ambiente, y parece que necesitamos lograr que "los mercados" confíen en nosotros. Etc.

Comparto muy profundamente lo que dice en su párrafo final: "la confianza es una cuestión con un profundo contenido moral, y que, cuando se le da un contenido psicológico y sociológico, se desvirtúa. Mi colega Juan Antonio Pérez López lo explicaba muy bien"...

Conviene leer lo escrito por Antonio Argandoña desde el arranque:

Entre los materiales que tenía guardados para leer este verano estaba un artículo sobre la confianza en la empresa, escrito por Patricia Werhane, Laura Hartman, Crina Arder, David Bevan y Kim Clark, titulado “Trust after the global financial meltdown” (Business and Society Review, 116, 4, 403-433). Me atrajo la referencia a la crisis financiera, pero se trata solo de un truco publicitario. El artículo es más general y, a pesar de estar escrito por unos pesos pesados de la ética de la empresa, hace muy pocas referencias a la ética. Da la impresión de que la ética cede espacio a la psicología o a la sociología. No me extraña, pues, que tengamos crisis graves.

El artículo recuerda que la confianza se basa en la competencia profesional (en el ámbito relevante en cada caso) y en unos valores compartidos. Esta sería la dimensión ética, pero los autores no abundan más sobre esto. En el artículo se señalan algunas causas de la desconfianza dentro de la empresa.

  • Una manera de pensar centrada en el beneficio y demasiado cuantitativa (claro: si todo lo que se busca es ganar dinero, ¿me puedo fiar de ellos?).
  • Un modelo de liderazgo demasiado jerárquico. Intuitivamente, me parece correcto, pero no entiendo la racionalidad de este argumento, cuando se aplica a la confianza. Hay muchas razones para que la cooperación y la descentralización den buenos resultados, pero la confianza me parece que tiene otra dimensión, ética, y eso es lo que echo en falta en el papel. Yo confío en alguien que tiene competencia profesional, pero que, además y sobre todo, esté dispuesto a actuar siempre poniendo mis intereses (del cliente, del empleado) antes de los suyos (y de los accionistas). En un equipo de investigación, bueno es que todos opinemos y cooperemos en condiciones de igualdad, pero… si el que realmente sabe del tema se calla y deja hacer a los que no sabemos tanto, no puedo menos que sentirme decepcionado, y perderé la confianza. O si el piloto del avión empieza a preguntar a los pasajeros qué opinan sobre la altitud, la velocidad y todo eso, me pondré muy nervioso. Al frente de un avión, y más con turbulencias y problemas técnicos, lo que me da confianza es el estilo jerárquico, casi diría que disctatorial, del piloto, siempre que sea competente y ponga los intereses del pasaje por delante de los suyos propios.
  • Un estilo de dirección que pone su confianza ciega en la autoridad. Le aplicaría un comentario similar al que acabo de hacer.
  •  Consideración anónima de los stakeholders. Otra vez muy bien, pero me parece que no es del todo relevante, cuando se trata de la confianza.
  • Modelos de relaciones con los stakeholders centrados en la empresa. Otro tanto.

Me da la impresión de que la confianza es una cuestión con un profundo contenido moral, y que, cuando se le da un contenido psicológico y sociológico, se desvirtúa. Mi colega Juan Antonio Pérez López lo explicaba muy bien. La confianza, decía (y no es literal, claro), se produce cuando uno dice: “De acuerdo, vamos a la hacer las cosas como tú dices, aunque yo lo haría de otra manera; pero estoy convencido de que tú sabes qué hay que hacer, eres capaz de hacerlo, y buscas siempre el bien de los demás, en este caso, el bien mío. O sea que… me fío de ti”. Y añadía Juan Antonio: esa es la mejor descripción de lo que significa ser un líder.