Revista Fotografía

Antonio Banderas, fotógrafo: notas críticas sobre una exposición

Por Almargen
El lunes, 15 de noviembre, publiqué en mi perfil de facebook un apunte crítico (y respetuoso) sobre la exposición que visité en la víspera. El reclamo fue la noticia, leída en no recuerdo qué medio, sobre una faceta artística casi inédita de Antonio Banderas: la fotografía. Abajo podéis leer el texto con alguna ligera modificación.
Había leído en diversos medios que en la sede del Instituto Cervantes de Madrid se acababa de inaugurar una exposición de fotografías de Antonio Banderas titulada Secretos sobre negro. Antes, la exposición había estado en el centro cervantino de Nueva York. El pasado domingo, tras visitar la exposición de Renoir en el Museo del Prado, de vuelta hacia el metro de Chueca, pensé que no estaría mal aprovechar lo que quedaba de mañana (sería algo más de la una) para pasar por el Cervantes y ver la exposición de Banderas. Y eso hice.
Lo que vi primero me sorprendió, después me llenó de una curiosidad extraña y, al final, tras examinar las fotografías con cierta atención sentí una mezcla de estupor, desconcierto e incredulidad. Las fotografías, con un sesgo esencialmente publicitario, motraban un abanico de significados que hacía cuanto menos dudosa su idoneidad para ser expuestas en una institución cuya función esencial, juntoa a la enseñanza del español, es la difusión y promoción de las culturas de España y de la comunidad hispanohablante. Una institución que, además, debe tender a la excelencia y evitar equívocos en cuanto al valor y el contenido de la cultura. Sea elevada, sea popular, ambas de un valor incuestionable.
En las 23 fotografías hay un denominador común: la mujer como protagonista. Pero no de los valores contemporáneos, de un país innovador, creativo, de emprendedores, de pensadores, de artistas de todas las disciplinas con capacidad para desarrollar una funcíón crítica hacia la sociedad y el mundo. El mundo de los toros, el mito del Tenorio y el de El Burlador de Sevilla, el mundo del flamenco,  conforman, en lo esencial, el decorado de una mujer que aparece casi siempre semidesnuda, asumiendo los roles del macho en una serie de actividades que están más cerca de "la España de charanga y pandereta" que dibujara en sus poemas Antonio Machado que de la España crítica y volcada hacia el futuro que, desde el punto de vista progresista, ha de proyectarse hacia el mundo. A ello, añado una sensación, probablemente subjetiva, que me ha invadido al ver la muestra: la mujer utilizada como reclamo erótico de un modo similar a como la suelen utilizar los anuncios televisivos que tantas denuncias de las organizaciones democráticas de mujeres y del movimiento feminista han acumulado a lo largo de la transición.
Antonio Banderas es un magnífico actor, sin duda, al que admiro y respeto. Es un ciudadano con ideas progresistas que, además, contribuye a causas justas, apoyando activamente al Instituto Cervantes de Nueva York. Que acaba de rodar con uno de nuestros grandes directores, Pedro Almodóvar. Pero reconocer esas virtudes de nuestro actor no es excusa para asumir como arte todo lo que sale de su mente o de su labor al margen de la interpretación. Él mismo, en diversas declaraciones, ha afirmado su condición de amateur, su rotunda convicción de que "nunca" será fotógrafo profesional. Por eso precisamente, el Instituto Cervantes no parece el lugar más apropiado para una exposición de esa índole. Además, ¿cuántos fotógrafos profesionales de una sobresaliente calidad artística han tenido la oportunidad de mostrar su primera exposición en un centro de tanto prestigio? Muy pocos, por no decir ninguno. Seguramente que hay otros espacios para una exposición de este carácter sin el significado que tiene el Cervantes. Si me es difícil, por no decir imposible, imaginarla en el Círculo de Bellas Artes, en Caixa Forum, en Blanquerna, en la Casa Encendida o en Casa de América, ¿por qué asentir a su presencia en el Instituto Cervantes? La sala de exposiciones de la Cámara de Comercio, de un Banco, de alguna institución económica o comercial, El Corte Inglés, Loewe.... serían lugares adecuados. Si a ello añadimos que la exposición está situada en un lugar colindante con la espléndida muestra "México ilustrado", también en el Cervantes, podemos valorar la dimensión del error.
¿Por qué digo esto? Por un factor complementario a la vertiente "cultural" que poco tiene que ver con la cultura. Banderas está en España promocionando un perfume: su perfume de la firma Puig. ¿Cómo se llama? The secret.
Como evidencia de la desubicación de la exposición (valga la rima), titulada, además -lo decía al principio-, Secretos sobre negro, no hay más que leer cómo da la noticia la revista HOLA en su versión digital (Hola.com):
"Antonio Banderas está en Madrid. Después de rodar la película La piel que habito, de Pedro Almodóvar, el actor malagueño ha aprovechado su estancia en España para presentar su nuevo aroma de la firma Puig, The Secret y dar a conocer su nueva faceta como fotógrafo. “Siempre he hecho fotos, aunque nunca pensé en mostrarlas, hasta que me propusieron esta exposición. Hago este trabajo con mucha humildad. Nunca seré un fotógrafo profesional pero es una manera de expresarme", asegura."
O cómo la da Europa Press:  http://www.europapress.es/chance/belleza/noticia-quieres-desvelar-secreto-antonio-banderas-20101113110012.html

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