Antonio Domínguez y el fútbol argentino (Parte I)

Publicado el 08 septiembre 2011 por Marianofusco

Rogelio Domínguez dejó sin dudas una huella en la historia del fútbol mundial. Su extensa y exitosa trayectoria en Real Madrid, Boca y la Selección Argentina, entre otros equipos, alimentaron una pasión que está presente en casi todos los argentinos. Esa “memoria genética” pasó inevitablemente a su hijo Antonio, investigador que desde su atractivo bar en Palermo intenta luchar con argumentos y debates contra el mal momento que vive el deporte más popular de nuestro país.

-¿En lo que va del Apertura 2011 hubo algún equipo que te haya sorprendido?
-El fútbol argentino se convirtió en descarte. Lo que exhibe es lo que todavía no quiso llevarse nadie. Si viene un equipo de Biafra y pone la guita, se lleva lo que sea. Lo que quedó acá son los muchachos que tienen probada capacidad, que están de vuelta y pueden jugar un poquito más, y los pibes que surgen de abajo y nadie se los quiere comprar. Al haberse globalizado el fútbol, los dólares que vienen de afuera hacen lo que quieren. Vélez salió campeón y tenía a los mejores jugadores, pero, ¿cuánto les duró? Maximiliano Moralez, Santiago Silva y Ricardo Álvarez ya volaron. Racing tal vez se organiza un poco mejor con Giovanni Moreno, habrá que ver la propuesta de Simeone. El último equipo que realmente tuvo que ver con el fútbol que alguna vez se vio acá fue el Huracán de Ángel Cappa. Y al campeonato siguiente ya estaba desmantelado y hoy ese club está en la ‘B’. Es muy triste encontrarse con esta fase del fútbol argentino y con una Selección Argentina permanentemente perdedora, que ya ni siquiera puede disputar una semifinal. Y no sólo está Lionel Messi, sino también los dos pases récords del fútbol europeo como Sergio Agüero y Javier Pastore.

-El Huracán de Cappa fue como una especie de oasis en el desierto, porque que semejante equipo haya crecido en una institución tan destruida…
-Antes de que llegara Cappa, Huracán peleaba el descenso y esos mismos jugadores estaban ahí. Los dirigentes y el técnico anterior contaban con ese mismo material, con el que Cappa disputó el Clausura 2009 y se lo robaron alevosamente, y no se habían dado cuenta lo que podían hacer con eso. Es tanto el lavado de cerebro y la desculturización que ni siquiera sabés como aprovechar tamaños jugadores. En la década de 1970 vos tenías un equipo con Babington, Brindisi, Houseman, Avallay, Potente, Norberto Alonso, Juan José López, Leopoldo Luque y un montón más. Estabas todo un día armando un equipo, y encima apareció Maradona, que surgió como producto de ver a todos estos jugadores. Ahora, la televisión te trae al detalle un amague de Messi repetido con cuatro cámaras distintas. Queda todavía esa fuente de aprendizaje, aunque sea indirecta, como para mantener despierta la memoria genética. Por suerte Messi es argentino y existe esa identificación. Pero ves que aquí está rodeado de caos y encima le echan la culpa: tiene que hacer los goles, armar, recuperar la pelota, asistir a los demás. Los técnicos lo retrasan 40 metros en vez de aprovecharlo en donde es letal. Es tanta la falta de cultura que un jugador que reúne la habilidad de Maradona y la velocidad de Cruyff en una sola persona es denigrado porque no canta el himno. Los contrarios saben que al único que tienen que marcar es a él. En vez de debatir de fútbol, los programas hablan de por qué Messi no canta el himno y demás. Lograremos que un día se canse como lo hicieron Riquelme o Redondo. Habría que preguntarse porque el quizás mejor jugador de la historia de Boca, como Riquelme, o uno de los más grandes números cinco del fútbol argentino como Redondo tuvieron que renunciar varias veces a la Selección Argentina. Se alejaron por no estar de acuerdo con la forma de comportarse o con la manera de llevar a cabo los diferentes procesos. La ignorancia que promovió, sostiene y alimenta este discurso oligopólico que desde hace 25 años está enchufando a los argentinos, disfrazado de un contenido llamado fútbol, es lo perverso y viene como caballo de Troya. Uno ve a los jugadores haciendo alguna magia, y el relator dice: “Los firuletes hacelos en tu casa”. Entonces, el que está escuchando piensa que tiene razón. En lugar de fantasistas tenemos disciplinados y obedientes carrileros de autitos chocadores, con los que vamos a los Mundiales y nos volvemos rápido. Está todo patas para arriba.

-¿Ves a alguien capaz de recultivar al fútbol argentino en un futuro?
-El fútbol es un juego en el que influyen muchísimas variables, por ello es tan cercano al arte. Cada partido y jugada es un mundo nuevo, en el que se tienen que crear soluciones tácticas y estrategias creativas para afrontar los diferentes momentos. Hay que tener un nivel de compromiso con el juego y el análisis, información y una cultura general muy grande. Me hubiera gustado ver a Carlos Bianchi teniendo a su disposición recursos humanos de elite para plasmarlos en una selección Argentina. Un hombre que hizo un culto del orden en sus equipos como Bianchi, no hubiera sido mezquino con el espectáculo si tenía recursos de este nivel. Su Boca tenía a Ibarra, Cagna y Basualdo quienes no eran ningunos negados con la pelota. Lo mismo que Guillermo Barros Schelotto o Marcelo Delgado, y ni hablar de Riquelme. ¿Dónde está la supuesta mezquindad de Bianchi para con el espectáculo? No se gana nada más que con ocho atrás y pelotazos para arriba. Me gustó mucho lo que hizo Cappa en Huracán porque lo logró con dos pesos y quedó como un mito. Eso no se inventa y dejó una huella en la memoria genética que se resiste a ser derrotada. El problema es que los que manejan al circo están en otra cosa. Hoy, el poco placer que uno puede tener viendo fútbol es cuando se sigue al Barcelona.

-¿Cómo lo ves a Sabella en este etapa en la Selección?
-Ni el vocero de la AFA, ni ninguna autoridad, ni el propio Sabella expusieron a la sociedad argentina un proyecto, o por lo menos no lo escuché. Creo que Sabella es un hombre inteligente. Mamó la importancia de controlar la pelota y que alrededor de un mediocampo de tenencia y gestación haya un equipo que se mueva en la periferia, que los laterales se proyecten y que los atacantes hagan diagonales. La convocatoria de Verón y Riquelme, para tratar de tener manejo, precisión técnica y control de balón en el mediocampo, es inteligente. Y además, tiene a Messi y para elegir a Javier Pastore y Agüero, si es que no comete los mismos errores que sus antecesores. Si quiere tener la pelota, yo jugaría con Mario Bolatti, Pastore o Riquelme para que trabaje con Messi en el armado, con Agüero y delanteros como Diego Milito e Higuaín, y con gente que descargue constantemente. ¿Quién tiene en el mundo esos jugadores? ¿Quién puede tirar en la cancha a un Messi, a un Agüero y a un Pastore, con Riquelme y Verón alternando? A Sabella lo conozco desde hace muchos años se crió con un muy buen fútbol de la mano de Ángel Labruna. Tiene experiencia internacional porque fue colaborador de Passarella en Francia 1998 y lo que hizo en Estudiantes no es poco: salió campeón de América y estuvo a punto de ganarle la Copa del Mundo a Barcelona. Le tengo confianza pero veremos si en la cancha logra plasmar lo que él era como jugador, ese compromiso con el espectáculo, más allá de los resultados, el sentirse de nuevo participe de una historia tan rica. Jugadores y recursos humanos tiene. Si posee inteligencia y generosidad para con el espectador el asunto podría caminar, a pesar de los dueños del circo.