Antonio Montoya El Farruco: cada día baila mejor

Publicado el 01 febrero 2013 por Elcabrero @JoseELCABRERO

Hace tiempo que no decía nada en este blog pero hoy estuve viendo vídeos de Farruco, con Chocolate, Martín Revuelo y Luis Habichuela. De esto hace un buen rato y todavía sigo emocionao. Ya os hablé del Toronjo y de Camarón, y me quedé corto porque me canso pronto de escribir. Hoy quiero dejar aquí mi recuerdo a Farruco.

Se dice, entre los aficionaos al tango, que Gardel cada día canta mejor. Y es cierto. Hay grandes cantores pero no nació el que se arrime al Zorzal. Y, para mí, pa mi forma de entender el baile de hombre, Farruco sigue siendo el mejor, aunque ya no esté. Hay grandes bailaores, y los ha habido, pero él cada día baila mejor.

Ya se le han echao tos los piropos habidos y por haber, con justicia, porque Farruco encarnaba to lo que el baile de hombre tiene de seriedad, jondura, pasión, elegancia, fuerza, transmisión, técnica y arte a espuertas. Y ya he dicho que el flamenco ha dado grandísimos artistas del baile, algunos en su propia familia pero, pa mí, Farruco es quien más representa la esencia del baile.

Una personalidad que te impactaba aunque estuviera parao, o haciendo cualquier cosa. Hasta vendiendo en el mercaíllo atraía todas las miradas. Porque él, que era un artista descomunal, anduvo vendiendo por esos pueblos de la provincia. El y su familia de artistas. Venía a mi pueblo y, cuando podía, iba a saludarlo. Una vez, cuando ya me marchaba, uno que estaba cerca me dijo, “vaya tenderete con más arte, nosepueaguantá”. Era cierto, pero lo que yo pensé y respondí es que vaya vergüenza para una tierra, Andalucía, que sus mejores artistas tuvieran que ir de pueblo en pueblo vendiendo, por digno que eso sea.

Farruco tenía que haber bailao en esos pueblos donde iba vendiendo. En esas noches serenas de los veranos andaluces, con buen suelo, buena iluminación y buen sonido. Eso es lo que Farruco sabía hacer mejor que nadie en el mundo… Vergüenza me da escribir esto siendo andaluz. Se le reconoció, bueno… – no tanto como merece- pero no se hizo lo necesario para que artistas como él pudieran vivir dignamente de su arte, sobre todo cuando han nacido para eso: hay flamencos de academia y los hay que nacen con tos los avíos que requiere el Arte y esos son los Maestros, son el manantial, la fuente de inspiración pa los que vengan después. Farruco nació con el baile bien puesto. Él no decidió ser bailaor, tuvo que serlo porque fue el Arte quien decidió por él cuando aún estaba en el vientre de su madre.

Fuimos amigos más allá de lo profesional. Lo conocí hace muchos años, casi cuarenta. Pasé grandes momentos con él en tiempos en que los artistas que teníamos cosas en común nos hablábamos mirándonos firme a los ojos, sin prisa, como en el campo o en una choza. Y casi siempre hablábamos de cosas importantes para los dos: el cante y la familia. Tuve el privilegio de que me acompañara en alguna presentación de discos, él que no era mu aficionao a los actos de sociedad, como me pasa a mí.

Se decía que era altivo, orgulloso… Yo creo que todos los artistas, cuando estamos en el escenario, tenemos eso que se puede llamar orgullo en lo que hacemos allí y en el arte que representamos. Farruco sabía el alcance de su arte y ese orgullo se tiene pero en el trato personal era de dulce y era un Señor. Hace unos días Elena se encontró una invitación a la inauguración de su Peña… Debajo me escribía, de su puño y letra: “Si tu no vienes mi corazón llorará gotas de sangre”. Así era Antonio El Farruco, tan natural y humilde como inmenso.

Parece ser que, en lo tocante a la escritura, estaba de magisterio más o menos como yo, que junto las sílabas como me parece, pero, en lo suyo, Farruco cada día baila mejor.


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