Antonio pérez, secretario de felipe ii

Publicado el 16 junio 2010 por Jriquelmeib
Entre los mayores enemigos de Felipe II se cuenta uno de sus secretarios más eficientes: Antonio Pérez, promotor de la Leyenda Negra que corre en torno al rey perjuro.
Pérez fue legitimado por Carlos I en 1542 como hijo de Gonzalo Pérez ya que el origen de su nacimiento queda bastante oscuro. Parece bastante probable que el mencionado Gonzalo Pérez, uno de los más prestigiosos secretarios de Carlos I y posteriormente de Felipe II , fuese el padre, siendo acusado por sus enemigos de engendrar a Antonio durante su etapa de clérigo, lo que don Gonzalo siempre negó. Esta circunstancia empaña el origen del futuro secretario. Tras la legitimación, el pequeño Antonio fue llevado a las tierras de Ruy Gómez de Silva, príncipe de Eboli, donde se crió hasta iniciar su formación cuando contaba los doce años. Esa formación se cuidó especialmente ya que estudió en las más prestigiosas universidades europeas: Alcalá, Salamanca, Lovaina y Padua. La cultura italiana le influyó considerablemente ya que pasó largo tiempo en el país transalpino. Su mentor, Eboli, le requirió para su traslado a la corte donde inició su formación política de mano de su padre, quien en ese momento ocupaba el cargo de secretario del Consejo de Estado.
Cuando murió Gonzalo, en abril de 1566, Antonio asumió los asuntos italianos, y aunque se casó, mantubo continuos escarceos con la princesa de Eboli, doña Ana Mendoza. Lentamente Antonio obtenía la confianza de Felipe II, pasando a ser uno de los más destacados miembros del partido ebolista enfrentado con el otro grupo de poder en la corte, los partidarios del duque de Alba.
Tal fue la confianza que don Antonio consiguió del rey que colocó a un hombre de su entorno para controlar a don Juan de Austria. Juan de Escobedo resultó elegido pero pronto abandonó al secretario para apoyar las opiniones de don Juan, enviado como Gobernador General a los Países Bajos. El enfrentamiento con Escobedo provocará la rápida caída de Pérez ya que, con motivo de una visita oficial de Escobedo a Madrid enviado por don Juan para recabar mayores apoyos en su política flamenca, Pérez consideró peligroso al recién llegado, temeroso de que descubriera su doble juego. Por lo tanto, don Antonio convenció al rey de que Escobedo era el instigador de una posible traición de don Juan, por lo que se decidió su eliminación.
Escobedo fue asesinado en las calles de Madrid el 23 de marzo de 1578. Este error político fue rápidamente aprovechado por los enemigos de Pérez que encendieron la sombra de la duda en Felipe. Se inició una investigación en la que se descubrió la culpabilidad del secretario. Felipe relevaba a Pérez por el anciano Granvela y Antonio era detenido y encarcelado el 28 de julio de 1579.

La causa por la que Pérez era enjuiciado se limitaba a asuntos de corrupción, sin profundizar en el asesinato. El proceso se prolongó en el tiempo y Pérez fue condenado a dos años de cárcel y diez de destierro pero, simultáneamente, se inició el proceso por el asesinato de Escobedo que acabó con la acusación formal y la tortura del reo. Corría el mes de junio de 1589 y Pérez se vio perdido, por lo que empezó a pensar en la huida.

El 19 de abril de 1590 llegaba a Aragón acogiéndose al derecho foral, valiéndose de su condición de hijo de aragonés. El rey no podía enjuiciar en Aragón a un reo que hubiera cometido su crimen en Castilla por lo que empleó el único tribunal que tenía competencias en todo el territorio peninsular: la Santa Inquisición.
Pérez fue acusado de herejía y se intentó trasladar a la cárcel inquisitorial, lo que provocó una revuelta en Zaragoza, al ver el joven Justicia de Aragón Juan de Lanuza como los fueros aragoneses no eran respetados.
Pérez consiguió huir a Francia y Felipe enviaba un ejército a Aragón que ponía fin a los disturbios y a la vida del Justicia. Una vez en territorio galo, Antonio Pérez recibió el apoyo de Enrique IV al poner en manos de éste atractivos proyectos desestabilizadores para España. El fracaso de los intentos de invasión francesa motivó el traslado de Pérez a Inglaterra donde también contó con importantes ayudas, ofreciendo interesante información que sirvió para el ataque inglés a Cádiz en 1596.
La paz de Vervins (1598) supuso el final diplomático de Pérez, dedicándose a la escritura, publicando dos importantes obras que tuvieron un destacado efecto negativo en la figura de Felipe II: las Relaciones y las Cartas.
Tras intentar obtener el perdón hispano en numerosas ocasiones, siempre con un resultado negativo, Pérez falleció en la más absoluta pobreza en París, el 7 de abril de 1615.