Una barba algo larga, no muy poblada, pero si ostentosa le cubre casi el resto de la cara, la cabeza cubierta con un gorro, sigue vestido de Muhammad Abdallah, la identidad que se inventó para esta infiltración (aunque Antonio Salas tampoco es el suyo real). Tengo la sensación de estar entrevistando a un espía... y en cierto modo, así es. Saco la grabadora y la mira. Su voz, la que grabaré, no es la suya, una mesa de sonido la distorsiona y le explico que en el blog sustituyo algunas declaraciones por archivos de voz, no tarda un segundo en decir: “¡qué peligrito” (forma parte del programa de testigos protegidos y ahora la amenaza es mucho mayor). Hacemos pruebas y cuando oye lo que grabo y comprueba que su voz surge broncamente distorsionada, empezamos la entrevista.
“Al leer el libro -le digo- me han llamado la atención dos cosas: por un lado, la investigación en sí misma y todos los datos (son seis años de su vida volcados cual diario informativo gigantesco) y por otro parte, el lado humano. Hablas de religiosidad, espiritualidad, de rezos... y todo esto se mezcla con una vorágine de viajes, situaciones límite, paranoias, peligros reales...”. Cuando comenzó la investigación decidió convertirse al islam y hoy es un musulmán convencido, se siente bien cuando ora y asegura que “no hay otra forma de hacerlo (refiriéndose a la infiltración) te puedes hacer pasar por otra persona una semana ¿pero 6 años?” (Audio: Seis años frenéticos)
Salas, que desaparecerá de nuevo hoy jueves (27 de mayo), viene de un viaje del que se ha traído
De su libro se extrae una conclusión que afecta directamente a España y es la profusión de terroristas en el Norte de África (Audio:Peligro para España). Contesta Salas a las preguntas contando anécdotas, proporciona datos, comenta situaciones... se le ve que tiene ganas de explicar correctamente el libro que ha escrito. Es en todo momento colaborador y parece que está dispuesto a repetir las mismas respuestas todas las veces que hagan falta.
Ha dicho ya en alguna entrevista que no tiene demasiada esperanza en que el terrorismo acabe. Tal y como está la situación no lo parece, hay academias de terroristas en Venezuela, Colombia, norte de África... a los grupos armados colombianos han acudido ETA (España), Sendero Luminoso (Perú), IRA (Irlanda) o los Tupamaros venezolanos, e islamistas, él es uno de ellos, era uno de ellos. Se ha infiltrado también en las redes de Hizbullah en Líbano y Hamas en Palestina. Seis años de investigación dan para mucho.
Todos los datos que aporta están grabados (insiste todo el tiempo en eso) y era de esperar que un trabajo como el suyo lo usen unos y otros para su conveniencia, y aunque no lo dice, parece molestarle (Audio: Fiel a sus lectores). De sus viajes, por trece países, nace un conglomerado de terroristas, amigos que le han ayudado (como la mujer que se hizo pasar por su esposa asesinada y que motivó su abrazo a la lucha armada) y espías. Le pregunto por los españoles y es cauto pero se moja (Audio: Los espías españoles).
No hay más tiempo, la media hora ha pasado volando, le reclaman para un chat con lectores de un periódico electrónico. Él, profesional, acude veloz, tanto que se olvida en la sala, en la que hemos hablado, su rosario árabe, del que no se separa desde hace años. Cuando voy a dárselo ya está tecleando, pero por un instante sale de esa pantalla para darme las gracias sonriendo. Es importante para él, esa sonrisa lo atestigua. Y vuelve al mundo virtual para contestar a sus lectores.
Merche Rodríguez
(Imágenes del álbum de Muhammad Abdallah/Antonio Salas)