Comienza el álbum con La hora del crepúsculo, sonidos acústicos, una letra intimista que nos sumerge en un tema que parece mentira que sea la que abra el disco, ya que este tipo de canciones suelen cerrarlos, eso si, con un primoroso cambio de ritmo para pasar a la parte desgarradora. Como la lluvia al sol es una joya descomunal, que compuso inicialmente para Luz Casal (ella la editó en 1995 en su disco "Como la flor prometida") donde la conexión con la naturaleza, las imágenes de paisajes poetizados y una melodía preciosa hacen de este medio tiempo una maravilla sideral. Tuve que correr es melancolía pura, una canción compuesta a pachas con Nacho Béjar, de tono acústico y acompañada de un suave piano, pero con una letra estremecedora "Ella en el suelo, yo en el aire, Dulce pero cruel, llenó mi mundo de papel, Jamás pensé que llegaría a helarme" ahí queda eso... Murmullo en tus manos es muy emotiva (dedicada a Mercedes, la mujer de su hermano Carlos muerta de cáncer fulminante), con ese sólo de guitarra eléctrica inicial que nos deja la sensación de una oscuridad con cierta intranquilidad, rodeado de unas atmósferas orquestales adecuadas. Tributo a..., es eso, un pequeño tributo de un minuto a la poetisa Felisa Sanz. Mi hogar en cualquier sitio vuelve a ser un tema de mucha altura, que refleja esa vida errante que llevaba él mismo, bajo mi punto de vista, una melodía soberbia en donde destacan los arreglos de cuerda. Ángel caído es una pasada, con cierto homenaje a Van Gogh, pintor con el que Antonio se sentía muy identificado (ya somos dos), tema extremadamente punzante y dolorido, que canta de manera brutal, y donde destaca ese sólo de guitarra acústica. Agua de río quizás sea la canción menos apreciada del disco, donde vuelve al tema de la naturaleza y las relaciones personales entrelazadas, aunque quizás su música sea la más sencilla de todas. Entre tu y yo es un tema compuesto por Carlos Vega, otro de sus hermanos, del que siempre quiso meter algo en sus discos, y aquí encontró el momento, una canción donde las guitarras corren y Antonio con ellas. Anatomía de una ola cierra el disco del mismo nombre donde las guitarras eléctricas y acústicas se mezclan de manera brillante, con referencias al mar (otra vez) y cierta intranquilidad referida al caos, con esa atmósfera crepuscular.
Un disco, que sin ser mi favorito del genio Antonio Vega, reconozco que tiene momentos de profundidad extrema, y que probablemente en momentos de intimidad y recogimiento personal sea el que más pongo, el artista sacaba aquí toda su alma bastante tímida a veces. Este texto fue escrito por mi para Exile SH Magazine y ahora reposa en mi espacio.
Os dejo con el tema Como la lluvia al sol.