-Remate a la serie y a la República de Roma, de paso.-
Lo que nos cuenta. Con la peculiar victoria en la batalla de Filipos se ha derrotado a los asesinos de César, junto a buena parte de sus simpatizantes, y tras casi sesenta años de guerra civil en Roma, en distintos formatos y fases, se busca la paz dividiendo el control de sus territorios entre Octavio y Marco Antonio, más otra zona para Lépido. Pero tampoco así se logrará que la guerra no siga castigando las arcas y la sociedad de Roma. Séptimo y último libro de la saga Señores de Roma.
Mi opinión. Remate a la saga que ejemplifica muchas de sus características, para bien y para mal, llena de momentos sin acción (entendida como peleas y conflictos físicos, no se confundan) pero sí con mucho contenido, que se interrumpen de tanto en cuanto con acción (peleas y conflictos físicos, sí), que novela la historia como pocas lo han logrado (por mucho que tenga que suponer e inventar de vez en cuando, pero siempre con sentido común), que se toma su tiempo en entrar en materia, de ritmo suficiente pero con tendencia a lo lánguido, que ofrece un retrato de los personajes bastante creíble pero que de Octavio muestra uno que resulta discutible en la forma (por más que la historia demuestre que, tal vez, el fondo sí es correcto), no especialmente rápido de leer pero que mantiene (más o menos) el encanto de la serie que a tantos conquistó.
Destacado. Lo engañoso del título, por mucho que sea cierto.
Potenciales Evocados. El remate a una saga que, con todos sus defectos, hizo muchísimo por la gran popularización de la novela histórica, en unos casos, y por su consolidación como género de interés (y beneficio editorial), en otros; más cerca de “El caballo de César” que del resto de libros de la saga.