Nuestras empresas, nuestras administraciones, nuestras instituciones, nuestro tejido asociativo, no puede ser innovador siempre que la responsabilidad recaiga sobre meros gestores económicos. No quiero decir con ello nada negativo sobre esa profesión, simplemente reflejo la evidencia de que los economistas no tienen la formación adquirida ni el perfil necesario para liderar un proceso de cambio.
¿Y cuál es el perfil adecuado? Pues no hay una única respuesta para ello pero hace años que tengo muy claro que existe una figura que yo personalmente considero imprescindible: la del antropólogo. El punto de vista que siempre debemos poner por encima del resto es el de las personas, innovamos por y para las personas, así que debemos observar y conocer con detalle cuáles son sus comportamientos, sus necesidades y sus aspiraciones de futuro, porque eso es lo que nos diferencia de los animales. ¿Sabía el lector que una de las cosas que nos diferencia de los animales es que ellos no conocen el mañana y nosotros sí? Los animales no tienen conciencia de su existencia, nosotros sí la tenemos. Es por este motivo que debemos poner el foco en la persona, debemos humanizar la tecnología, debemos humanizar los servicios, debemos, en definitiva, humanizar los productos.
Los antropólogos carecen de prejuicios y observan los comportamientos con mente de principiantes, se preocupan en hablar con las personas y escucharlas en vez de juzgarlas, toman nota de cualquier cosa por muy nimia que pueda parecer ya que lo consideran un material valioso, obtienen la inspiración de los lugares más insospechados. Y en todo este conjunto de aspectos es donde radica la clave de una mejora.
Generalmente los programas de las escuelas de negocios se centran en potenciar las habilidades analíticas del lado izquierdo del cerebro mientras que los antropólogos se apoyan en sus instintos: se apoyan en su intuición. Y aquí es donde el MBI Master in Business Innovation que ha desarrollado la Deusto Business School, junto con la Universidad de Cambridge y el Instituto Vasco de Competitividad, marca las diferencias. Ya va por su tercera edición y está ayudando de forma eficaz a los directivos a mejorar la competitividad de sus empresas.
Los gestores no quieren incertidumbres, quieren certezas, y sin riesgos, sin corazonadas, sin el factor humano, la innovación no florece. Innovar es cambiar, y para cambiar, hay que perder el miedo, porque el futuro no es de las ciencias exactas sino de la ciencia de las personas.