La primera tarea de una campaña es vender al candidato, la persona, pero eso no es lo más importante. La clave es vender una idea. Este anuncio lo hace de forma perfecta. Y es además el tipo de propaganda que encanta a los medios de comunicación.
Cualquiera que recuerde la campaña de Barack Obama en 2008 puede decir: un momento, yo he visto antes ese mensaje. Es lo mismo que vendió Obama y nunca tuvo la menor oportunidad de poner en práctica esos deseos. La política norteamericana se ha polarizado hasta el extremo y la idea de unir al país detrás de algo, lo que sea, es sólo una quimera. Sólo cuando Obama se olvidó en su segundo mandato de esa esperanza comenzó a hacer cosas, las que una buena parte de su electorado le estaba pidiendo, aquellas por las que será recordado.
¿Pero quién ha dicho que un electorado tiene que ser realista al elegir a su próximo presidente? ¿Acaso no suele ocurrir que mucha gente piense que esta vez será diferente?
El caso es que este martes 9 de febrero, Sanders derrotó a Hillary Clinton con un margen de 20 puntos, lo que refuerza sus posibilidades de convertirse en el candidato demócrata de cara a las presidenciales del próximo mes de noviembre, dijo BBC Mundo.
En los últimos meses los responsables de la campaña de Sanders –nacido en Brooklyn, Nueva York, en 1941 en una familia humilde de origen judío– han logrado que su mensaje llegue a los votantes de a pie, particularmente a los más jóvenes.
El magnetismo que el senador de Vermont ejerce entre los "millennials" (término utilizado para describir a los nacidos después de 1985) quedó claro en las primarias de Iowa.
Sanders obtuvo en aquella ocasión el 84% de los votos de los electores entre 17 y 29 años, frente al 14% de Clinton.
Según dijo a BBC Mundo el director de comunicación la campaña de Sanders, Michael Briggs, el éxito del senador está en que "habla de asuntos que los grandes medios no tratan y sobre los que a una mayoría de estadounidenses -ya sean republicanos, demócratas o independientes- están de acuerdo".