Ahora que lo piensa, no sabe por qué no se fue a casa cuando cerró aquel garito. Tampoco porqué se dejó llevar por Susana, cuando los chicos propusieron tomar la última copa en el piso de Iván. Y no se trata de echarle la culpa a los muchos vinos de la cena. Ni al whisky con seven-up que le pidió Luis mientras bailaban desenfrenadas en la pista de baile. Sí sabe lo que sintió cuando Iván, después de enseñarles su minúsculo apartamento de soltero, les empezó a preparar las bebidas. Un vértigo intenso. Un calor asfixiante. Susana se reía torpe y nerviosa mientras tonteaba con Iván. Ella incómoda, daba vueltas sin sentido simulando leer los títulos de la biblioteca. Los otros dos estaban ya haciéndose cosquillas en el sofá. Desde el balcón, Luis la taladraba con los ojos. Podía sentirlos en su mejilla, en su cadera, en su espalda. Quiso serenarse, pero un ligero mareo se lo estaba poniendo difícil.
Texto +Belén V