Apartheid. La institucionalización de la segregación

Por Lparmino @lparmino

Cartel de la época del Apartheid
Fotografía: El C - Fuente

Sudáfrica vivió prácticamente todo el siglo XX bajo uno de los regímenes más despóticos, irracionales e incomprensibles de la historia contemporánea. Las autoridades políticas de un país multiétnico, en el que existe una minoría blanca que detentaba el poder frente a una mayoría negra pauperizada y marginada, institucionalizaron la segregación racial construyendo los resortes legales de gobierno en torno a unas premisas básicamente de inspiración racista. La historia anterior del país, sometido al devenir de los impulsos coloniales de las potencias europeas, constituye la base que sustenta todo el sistema discriminatorio del Apartheid. Posteriormente, una vez que la República sudafricana obtiene la independencia, su papel en el tablero post – bélico de la Segunda Guerra Mundial mantendría la supervivencia de un gobierno cruel y brutal, totalmente ilógico, hasta que la desaparición de las tensiones bipolares entre Moscú y Washington a principios de los años noventa supusieron el cambio de rumbo en los destinos del país. 

Los arquitectos originales del Apartheid discuten
la formación de un Bantustán
Fotografía: Archivos del Museo del Apartheid - Fuente

En la actual Sudáfrica la desigualdad social y económica todavía es un lastre profundamente enraizado. Todas las esperanzas que acompañaron la llegada al poder del Congreso Nacional Africano (CNA) y de Nelson Mandela a la presidencia después de veinte y siete años en prisión se desvanecieron con el paso del tiempo. La pobreza azota a uno de los países donde se registran los mayores índices de desigualdad a nivel mundial. Sólo una pequeña burguesía negra se ha beneficiado de unas estrictas políticas neoliberales.En las elecciones celebradas a finales de abril de 1994 la población sudafricana, por primera vez sin aplicaciones de ningún tipo de discriminación racial, elegía como presidente de la República con una abrumadora mayoría a Nelson Mandela. Finalizaba así un largo proceso que había sido iniciado en febrero de 1990 por el anterior presidente, Frederik de Klerk y su predecesor Willem Botha. Las autoridades del Apartheid, considerando el nuevo contexto internacional una vez finalizada la Guerra Fría y sopesando las graves consecuencias que tenían para el país las diversas sanciones económicas impuestas por la comunidad internacional, comprendieron la necesidad de desmantelar el régimen. Comenzaron así las negociaciones con Nelson Mandela que desembocarían en las primeras elecciones de 1994.Los embargos económicos impuestos por la comunidad internacional trataban de forzar la apertura de un sistema demencial vigente en Sudáfrica desde 1948. Ese año el Partido Nacional, de inspiración racista, ganó unas sospechosas elecciones ocupando hasta 1994 todos los resortes del poder. Se ideó entonces un sistema de gobierno que pretendía ordenar todos los aspectos de la vida de los sudafricanos en base a la segregación racial. Desde el mismo momento de su nacimiento, todo sudafricano era clasificado de acuerdo al color de su piel en las diferentes categorías establecidas legalmente (blancos, mulatos, negros e indios). Cualquier aspecto se regía de acuerdo a unos principios de terrorífica simpleza y de desproporcionada crueldad: los blancos detentaban la supremacía en un país donde una inmensa mayoría negra era sometido a los despóticos designios emanados de esa minoría blanca. María Alicia Divinzenso describe los profundos componentes económicos de un régimen que necesitaba abundante mano de obra barata para sustentar la economía de uno de las regiones más ricas del continente africano. En el contexto de Guerra Fría posterior a la Segunda Guerra Mundial, el feroz anti – comunismo del Apartheid supuso el apoyo hipócrita de las autoridades estadounidenses, mientras Sudáfrica se embarcaba en numerosas guerras ante lo que se suponía que era la amenaza marxista de los gobiernos negros que recientemente habían logrado la independencia en el sur de África. Estas guerras y los embargos impuestos por la comunidad internacional tras la caída del bloque comunista ahogarían la economía sudafricana iniciando el fin del régimen.

Celda de Nelson Mandela en Robben Island
Fotografía: Paul Mannix - Fuente

El Apartheid supuso la puesta en práctica de las numerosas e influyentes teorías racistas que nacen en la Europa del siglo XIX. El descubrimiento del otro, muchas veces en unas condiciones de salvajismo a los ojos del europeo (especialmente el blanco, anglosajón y protestante) provocó un alud de teorías de escasa cientificidad y con supuestos cimientos evolucionistas que defendían la tesis de la supremacía del hombre blanco. Sudáfrica, desde mediados del siglo XIX, fue sometido a la colonización de holandeses, alemanes y franceses, los llamados Boers, que posteriormente se someterían a la autoridad del Imperio británico. Fueron estos descendientes de los Boers, de profundos y radicales sentimientos religiosos, defensores de la supremacía racial de los blancos y convencidos de vivir rodeados de enemigos (primero los ingleses y más tarde los negros) los que construyeron el régimen del Apartheid como fórmula para mantener su hegemonía y salvaguardar su esencia racial frente al demonio multiétnico.La brutal historia sudafricana, después de las esperanzas y los sueños que nacieron a principios de los años noventa del siglo XX, se encuentra sumida en nuevos desafíos que tratan de desmantelar, todavía hoy, un régimen sustentado en la institucionalización de la desigualdad social y económica. Las recetas neoliberales impuestas por organismos como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial han sumido al país en un caos económico y social que ha impedido la desaparición de muchas de las estructuras sobre las que se sustentaba el Apartheid. Luis Pérez Armiño