Hace años, siendo yo un indudable adolescente,y no sólo mitad y mitad, como ahora mismo,las espinillas se cebaban con mi cara.Eran muchas, las cabronas, y salían por todas partes.Para librarme de ellas bastaba con aplastarlasentre índice y pulgar, me lavaba y a otra cosa.Ahora me salen muy pocas pero escogen el lugarcon mucho mayor cuidado. Tras la oreja, junto al peloo en las distintas covachas de que está compuesto el rostro.Es decir, donde no hay forma de atacarlas, dondepor más que lo intentes, no puedes meter dos dedos.Lo peor es que me temo que esto es sólo una metáforade todo lo que ha pasado desde que dejé de seradolescente indudable, de absolutamente todo.
FÁBULA III
Nos hemos instalado en la playa y estamos listos.Con el amanecer lo arrasaremos todo. A sangre y fuegoentraremos en el fuerte amurallado. Es la catarsisnecesaria. Lo heroico de nuestro acto es sóloque conocemos su inutilidad de sobra y, aún así,lo haremos. Mañana mismo, con el gallo y sin dudar.
Ape Rotoma. 149 PCE. Telira, octubre de 2002. Epílogo de Manuel Prado Antúnez. Ilustraciones de Máximo López Vilaboa.