El problema es un guión hace aguas intentando hilar un argumento con pretensiones dramáticas que se queda en burla y unos actores poco creíbles a los que la cámara odia con ganas. El director de fotografía no estuvo nunca por la labor, la banda sonora suena enlatada y los productores recortaron presupuesto sin previo aviso. El resultado no dista mucho de una película de serie B que aburre por momentos y no consigue cautivar al espectador por previsible. ¿Alguien entre el público puede creer que el rescate de la bancaria protagonista ahora va a servir para que no se reproduzca el virus de la codicia en un futuro más o menos próximo? El hombre, único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, puede tropezar hasta el infinito en la tentación de la avaricia, en loca huida hacia adelante aun sabiendo que esta autopista de 10 carriles sin límite de velocidad acaba abruptamente por falta de presupuesto. Y después, el abismo, como en el cine.