Aplicar el 155, como quiere Casado, es el "error" que esperan los golpistas parra hacer crecer el separatismo

Publicado el 20 febrero 2019 por Franky
Casado hace campaña por aplicar un 155 casi permanente en Cataluña, que es justo lo que sueñan los golpistas catalanes. Si esa torpe intervención de la autonomía se hiciera con el apoyo de VOX, la satisfacción de los catalanes hijos del odio alcanzaría el orgasmo, pues podrían desplegar con toda intensidad ese victimismo cobarde y falso que tantos réditos proporciona siempre al nacionalismo. Parece mentira que Casado, que se presenta como un líder renovador, moderno y regenerador de la derecha española, apueste por políticas que son manifiestamente torpes, impropias de un político moderno, inteligente y sagaz. Hay maneras de derrotar al golpismo sin tener que aplicar el 155, pero para hacerlo hay que poseer sutileza y visión de largo alcance, algo difícil de encontrar en los viejos partidos españoles. --- La política que aplicó Rajoy con el independentismo catalán, tan ineficiente como aparentemente dura, culminada con una aplicación blandengue y afeminada del artículo 155, consiguió que el número de los que apoyan la independencia de Cataluña se duplicara casi durante su mandato. El error de Rajoy fue ignorar que el nacionalismo sólo prospera con el victimismo y el 155 les permitió desplegarlo con toda fuerza y convicción.

Pero Rajoy ignoraba o ni siquiera fue capaz de pensar que hay formas sutiles y muy eficaces para asfixiar al independentismo y hacerlo retroceder, sin tener que suspender la autonomía, ni practicar la política cobarde y traidora de Pedro Sánchez, otra opción burda y cobarde que consistió, básicamente, en humillarse ante los que odian a España y compensarles con dinero para que se portaran bien, una auténtica vergüenza indigna elevada a política de Estado por un Sánchez que merece por lo menos el olvido y el desprestigio.

Pablo Casado, el nuevo líder de la derecha, en teoría un renovador que habla de regeneración, demuestra escasa imaginación y mucha semejanza con el viejo PP al predicar la aplicación de un nuevo 155, pero esta vez cargado de dureza y casi permanente, lo que constituye todo un sueño para el separatismo catalán, al que ese "ataque" a sus instituciones les daría pie a desplegar ese victimismo hipócrita que tantos beneficios proporciona siempre a los nacionalistas.

Hay decenas de políticas mas sutiles y eficaces que el burdo y extremo 155, capaces de colocar al golpismo contra las cuerdas, que deberían ser las que aplique el PP, si alcanza el gobierno, el lugar de repetir los errores del pasado. Mencionemos algunas:

La primera es estimular la fuga de empresas, que fue el acontecimiento que provocó más pánico al independentismo cuando la situación de tensión alcanzó los niveles máximos, hasta el punto de que cada vez que una empresa grande abandonaba el suelo catalán el independentismo temblaba y se debilitaba en sus entrañas.

La segunda es apoyar por primera vez y en serio al sector pro español de Cataluña, con apoyos reales de los servicios de inteligencia y de la política oficial, con gestos y subvenciones, potenciándolo y evitando que, como ha ocurrido hasta ahora, se cargue de decepción y despecho al verse abandonado por los gobiernos españoles.

La tercera es emplear de una vez toda la fuerza del Estado para imponer en el mundo la verdad sobre lo que representa el golpismo catalán, haciendo frente con valentía a la sucia y miserable campaña de descrédito de España lanzada por el nacionalismo con dinero de todos los españoles, cobardemente regalado por el Estado.

La cuarta es practicar una política obstruccionista a la rebeldía de la Generalitat, retrasándole los dineros, racionándolos, interponiendo obstáculos y haciéndoles entender que España siempre es generosa con sus amigos e implacable con sus enemigos.

La quinta medida es volcar toda la influencia y fuerza del Estado español en combatir el independentismo en el mundo, haciendo frente a las campañas catalanes que intentan crear una nueva leyenda negra y presentar a España ante el mundo como un país fascista, cruel y antidemocrático. España tiene fuerza suficiente para hacer valer su verdad ante Europa, Estados Unidos y muchos países que, por desconocimiento y por ausencia cobarde del gobierno de España, dan cobijo y amparo a delincuentes como Puigdemont y sus secuaces.

La sexta consiste en asfixiar legalmente al independentismo, quitándole las ventajas que le otorga la actual ley electoral, gracias a la cual consigue muchos diputados con pocos votos, y, sobre todo, ilegalizando a los partidos que promuevan la ruptura de España, una medida que colocaría a los golpistas fuera de la ley, como ocurre en muchos países democráticos del mundo, entre ellos nuestra vecina Francia.

Hay otras muchas medidas de acompañamiento que reforzarían estos cinco puntos básicos y que consisten en campañas en la prensa, l estímulo de columnistas y analistas para que digan la verdad sobre Cataluña y desenmascaren sus abusos totalitarios, corrupciones y agresiones al pueblo, la detención y juicio, de una vez, de Pujol y de sus seguidores, cuya libertad es un escándalo en toda España, la movilización de los servicios de inteligencia para que descubran escándalos y verdades escondidas por el nacionalismo y otros movimientos, todavía más sutiles y escondidos, cuyo fin principal sería dificultar el crecimiento financiero y el patrimonio de los líderes independentistas enemigos de España.

Todas estas medidas, perfectamente legales y recomendables porque pretenden la defensa de España frente a quienes quieren destruirla, unidas y coordinadas, darían al traste con el golpismo en menos de un quinquenio, quizás en una sola legislatura, si el empeño es intenso y eficaz.

Son rutas sutiles e inteligentes, propias de estados avanzados, mucho más brillantes y efectivas que la aplicación brutal de un 155 que, frente al nacionalismo, es completamente ineficaz y que logra, precisamente, el efecto contrario del que pretendía el legislador, que era debilitar y provocar la rendición del enemigo.

Francisco Rubiales