La película, de Javier Mejía, se llama así porque algunos jóvenes colombianos llamaron de esa forma, a los principios de los 90, a la situación existente en el país, azotado por el narcotráfico.
Considerada la mejor película colombiana del 2007, y casi una obra de culto, lo primero que llama la atención es la forma de hablar de los personajes, cerrado acento colombiano con el que te quedas pez, literalmente.
Se trata de cuatro amigos de veintitantos años embarcados en una furgoneta Wolskwagen en busca de otro amigo que viene de Londres en avión. Ellos van recordando su pasado, repleto de situaciones al límite, cocaína, alcohol y otras peripecias.
Aunque se ha dicho que intenta reflejar la situación y formas de vida de los jóvenes colombianos de clase media en la época de más muertos y desaparecidos en Medellín, lo cierto es que este tema se trata un poco de puntillas. Aquí se ve a unos tíos pasados un poco de todo, que son secuestrados, que se meten mucha droga, que buscan travestís, y que van en capa caída, utilizando unas formas poéticas decadentes para tratar de encontrarle un sentido a la vida y a la muerte.
Entre el grupo hay una chica que quiere al Flaco, el que viene del extranjero, pero que se lía con uno de sus amigos.
Si a todo ello se le une una iguana llamada “marihuana” que campa a sus anchas en el vehículo y que desencadena la escena final, tenemos Apocalipsur.
Creo que se intenta jugar, sin acierto, con la ausencia de El Flaco, quizá el líder espiritual del grupo. Pero el aire canalla que tiene toda la historia, no oculta el intento del director de sorprender con cada escena y también en los diálogos, cosa que, según pienso yo, no consigue.
Que el Flaco ha tenido que irse a Londres porque su madre es una juez amenazada por un capo de la droga, casi resulta al final lo menos importante, porque la película se queda con esta alocada forma de vida de sus amigos, anclada un poco en eso y sin trascender a otros significados.
En resumen, si tuviera que ir a verla otra vez, pediría, por favor, que pongan en letra pequeña la traducción de lo que dicen, porque, claro, si cada tres palabras, te encuentras un taco colombiano, con la entonación de aquel país, casi no te enteras de nada, al menos yo.