¿Apología del terrorismo o legítima defensa?

Publicado el 04 diciembre 2012 por Romanas
¿Apología del terrorismo o legítima defensa?  Lucía M. Mur diciembre 3, 2012 en 10:33 pm José, su “inteligencia emocional”, su conocimiento y sabiduría me sorprenden y atraen a este blog. Siempre he admirado la luz de la ilustración y la formación que te elevan hasta el dominio del Lenguaje, la Filosofía y la Historia. Algo que Vd. domina a la perfección. Sus reflexiones y análisis de hoy sobre el desiderátum catalán es muy convincente y tiene aspectos que yo no había valorado. Le felicito por sus citas y referencias, su texto y contexto son impecables. Patrick Bateman diciembre 3, 2012 en 9:10 pm Los últimos posts son sencillamente apoteósicos como texto. Las reflexiones personales y el relato de Arcángeles son para grabar por siempre en la mente. Lo que para algunos sería apología del terrorismo, para mí es intentar combatir desde la raíz el terrorismo que nos somete hasta tal punto de limitarnos hasta el pensamiento. Hace un tiempo, el único lector que yo tenía entonces, y que no sé por qué he perdido, Fernando Mora, me animaba a trasladar a aquí, a mis blogs, un ensayo que tengo casi terminado, y que titulo “Progreso y regresión”, y yo no le hice caso porque pensaba, con toda la razón del mundo, que no lo leería nadie.  Un ensayo es un texto árido por su propia naturaleza, que incluso puede aburrir a su autor, no digamos a los lectores ajenos. No he traído a aquí ni una sola palabra de él, pero lo que sí que he hecho, animado por la instancia de Patrick Bateman, es aportar a estas páginas 3 capítulos, 3, de mi novela “Arcángeles”, precisamente la que dio nombre a estos blogs y ¿qué ha sucedido?  Que sólo he obtenido 4 comentarios al respecto, 2 del propio Patrick y otros 2 de Lucía M. Mur, parca cosecha, no para tanto esfuerzo, que no he hecho ninguno gracias a las posibilidades que ofrece la informática, sino para el riesgo porque riesgo sí que sé que se corre exponiendo un pensamiento que va mucho más allá de lo que es políticamente correcto, incluso, tal vez, de lo penalmente correcto, lo que sé muy bien, porque soy abogado, todavía en ejercicio por mor de unas multas de tráfico.  Estoy razonablemente seguro de que los 3 capítulos de Arcángeles han tenido que suscitar la atención de algunos otros lectores, aproximadamente 80, según los contadores de visitas, que han pasado por aquí, la cuestión estriba en por qué sólo se han producido 4 comentarios.  No es la 1ª vez que  me planteo la cuestión. A diferencia de otros blogs, los míos apenas si tienen comentarios a pesar de que son alrededor de 100, aproximadamente, los que los visitan, visitas únicas según Statcounter. ¿Por qué no se comentan mis textos?  Como dice Lucía, y no es ninguna clase de inmodestia que yo lo recoja, mis textos son los de una persona que ha leído mucho, quizá demasiado, y que lo ha hecho con mucho interés, procurando asimilar lo que lee. De esta manera, lo que escribo está punteado por continuas citas y referencias a los más grandes talentos de la historia de la humanidad. Y, como abogado, mis referencias suelen ser oportunas, no sólo están bien traídas a cuenta sino que ayudan al texto. Entonces, ¿qué es realmente lo que se puede comentar?  Pero últimamente, a mí parece que se me está acabando el rollo, quiero decir que agoto mis posibilidades de nuevos comentarios a la realidad, en otras palabras, que estoy agotando mi repertorio y he tenido que tirar de cajones y comenzado a traer a aquí textos de otros tiempos. Arcángeles es la novela de mi vida. Puse en ella, porque está escrita hace ya bastante, como puede deducirse por sus referencias temporales, casi todo lo que pienso y casi todo lo que siento. ¿Autobiografía? Todo lo que se escribe lo es.  Pero lo que hoy me interesa destacar es el riesgo que corro publicando esto. Las editoriales a las que la he enviado, han devuelto el ejemplar sin el menor comentario. Tienen suficiente motivo. Como Patrick apunta, no sería ciertamente difícil considerar el texto apología del terrorismo. Yo creo que no lo es.  Es sólo un intento de legítima defensa, que se remonta a Bruto, en la Roma de César, a los padres católicos Vitoria y Suárez, a Cohn-Bendit, del mayo de Nanterre de 1.968, a Toni Negri y a Antonio Gramsci.  Todos ellos defendieron el derecho a la rebelión frente a los abusos del poder político cuando éste se enquista y endurece hasta el punto de hacerse tiránico.  Frente al poder de esta naturaleza, no cabe, sobre todo hoy día, con tantos y tan perfectos instrumentos de represión, otra rebelión que la de la palabra, eso que llamamos, con cierto optimismo, libertad de expresión.  Pero es cierto que da miedo usarla porque el poder actual contra el que se lucha no repara en medios que van desde el plutonio radiactivo bien mezclado con los alimentos que uno puede ingerir hasta los procesos criminales por presuntos delitos sexuales cometidos, pero qué casualidad, con 2 beldades suecas, a la vez.  Yo ya tengo tan poco que perder que no me siento miedo ni a lo que pueda intentar hacer algún loco juvenil de la ultraderecha porque acabo de sufrir un infarto y mi doctora de familia teme que padezca también un cáncer. Esperamos los resultados de unos análisis. Poco puedo temer.  Pero lo que sí que tengo es una severa decepción.  Que de 70 u 80 lectores, sólo 2 se hayan atrevido a comentar los textos de Arcángeles, una de dos, o son tan malos que se me hace un favor no hablando de ellos, o consideran peligroso hacerlo aún protegidos por el puñetero anonimato.  En cualquiera de ambos casos, es ciertamente decepcionante.