A continuación, entra en una tienda y, de nuevo, el dependiente también se comunica con él en el lenguaje de los sordos. Continúa su recorrido, de sorpresa en sorpresa, hasta que llega a una plaza donde ve un anuncio en una marquesina. Ahí se descubre el pastel…
Desde luego, es agradable ver una publicidad con valores, capaz de conmover y de suscitar la solidaridad, que contribuye a hacer de nuestro mundo un lugar más habitable. ¿No os parece?