Aprender a Bucear en Madrid. ¿En la Azohía?

Por Veronica Cussi @touristear

Aprender a bucear en Madrid, ¿Cómo?

Hace un par de semanas ya te hablé acerca de cómo aprender a bucear en Madrid, con el inicio del curso de buceo PADI, con su parte teórica y su parte práctica en aguas confinadas, en una piscina. Pero quedaba la segunda parte que consiste en practicar los ejercicios aprendidos en la piscina en aguas abiertas, en el mar.

Ay amigo! y nosotros que ya estábamos flipaditos de lo que molaba bucear a un metro y medio de profundidad... sólo porque no había que salir a la superficie a respirar y podíamos tirarnos 10 minutos haciendo cualquier cosa debajo del agua, ¡no teníamos ni idea la experiencia tan chula que nos esperaba!

Arrancamos el Viernes ya de buena onda, poco tráfico, buena música (siempre) y de camino a la Azohía, en Murcia, que es donde Arturo y Juanma de Oceania Buceo habían organizado la salida de fin de semana para los alumnos. Además se había organizado otro grupo con miembros del club. Es habitual que el club organice salidas y viajes para sus miembros y todo aquél que quiera apuntarse.

El hotel fantástico, muy buena elección del club. Buena vista, trato amable y familiar, cómodo y limpio. La ubicación, Puerto de Mazarrón, a unos 10 ó 12 kilómetros de la Azohía, no hay ningún hotel más cerca. El grupo de buceadores eran una gente fantástica y mi grupo de clase una gente genial así que la cosa pintaba igual de bien que fue yendo todo el finde.

El Viernes por la noche nos llevaron a cenar a un restaurante en el puerto, está bien de precio y comimos bastante bien, luego dimos un paseo por el puerto y la playa pero nos fuimos pronto a dormir porque al día siguiente nos esperaba un día muy completo.

Si te gustó la primera parte de aprender a bucear en Madrid, entonces sumergirte en las aguas del mediterráneo te va a dejar sin palabras, como atontolinado. Al principio estás (y debes estar) pendiente de todo menos de lo que estás viendo, que si el respirador, que si la botella (no la llames bombona o tendrás premio), que si el chaleco, que si las aletas, que si la máscara (no gafas), que si el ejercicio que corresponde, que si tu compañero, que si los profes (unos cracks lo repito)... Hasta que llega la última inmersión, pero no quiero adelantarme.

El Sábado por la mañana llegamos al centro de buceo para prepararnos y aquello estaba que rebosaba de actividad, los buceadores preparando sus equipos, los encargados del centro colocando todo, botellas, trajes, equipos, reguladores y además controlando la logística para llevar a los buceadores a los barcos.

Entretanto Iván nos llevaba como mamá pato a sus polluelos explicándonos como se deben hacer las cosas en el centro de buceo, donde guardar tus cosas, donde limpiar y dejar los equipos, como hacerlo, como no hacerlo, etc. Dejan primero que se vayan todos y así, nosotros que no tenemos experiencia, podemos tomarnos nuestro tiempo (gran detalle chicos).

El sábado tocó ser un día más de trabajo, de hacer los ejercicios como corresponde, uno por uno para que Arturo o Iván nos vean y nos corrijan si es necesario igual que en la piscina. La primera inmersión la hicimos a tres metros de profundidad y la segunda a 5 metros. Todo con su tempo, paso a paso teniendo como casi una obsesión la seguridad, tanto nuestra como de los demás.

Es obvio que hacer las cosas en el mar, no tiene nada que ver a hacerlas en piscina, pero si te puedo asegurar que el hecho de haberlas hecho primero en una piscina te da seguridad y hace que sea todo mucho más familiar. Pero además se da la circunstancia de que nos han enseñado bien, nos han insistido mucho en las cosas importantes y cuando llegas al mar, todo lo importante de verdad ya lo has aprendido, así que te resulta todo muchísimo más fácil.

Estuvimos toda la mañana buceando, al terminar nos tomamos una cervecita y por la tarde tocaba descansar. Comimos un arrocito rico en un restaurante cercano y algunos fueron a descansar y otros nos fuimos de excursión. Me encantó, Iván nos hizo de guía y se sabía bastante bien las cosas. Estuvo muy bien. ¿Quieres saber donde fuimos?, como es una sorpresa durante el curso, no te la puedo decir, ya lo descubrirás...

Y se acercaba el Domingo, en el que también íbamos a hacer dos inmersiones, una primera a 10 metros en la que íbamos a poner en práctica dos sencillos ejercicios que nos quedaban y la última a 18 metros que es la profundidad máxima que podemos alcanzar con el Open Water Diver de PADI.

La primera inmersión fue sencilla y después de hacer los ejercicios que correspondían nos sobraba tiempo así que nos dimos nuestro primer paseo por el mar, a poca profundidad y durante un rato corto puesto que no nos quedaba demasiado aire.

Y llegó la segunda y última inmersión de ese fin de semana. Sabes que va a ser la primera de verdad, donde no hay que hacer ejercicio alguno, sino que vas a mirar y a disfrutar. Vas bajando por el cabo, pendiente de todo, para que no haya despistes y vamos poco a poco colocándonos a la profundidad objetivo para empezar a recorrer la cala en la que estamos.

La visibilidad es espectacular y hace un día magnífico, el mar está tranquilo así que las condiciones son inmejorables. Al principio vas muy pendiente del que tienes delante y de tu compañero de inmersión hasta que en un momento dado miras hacia arriba.

Es en este momento en el que te das cuenta de que ya está, estás abajo, a 18 metros (ni uno más con nuestros conocimientos), con Arturo delante marcando el ritmo y señalándonos las cosas interesantes que ver, y a Iván detrás, cerrando el grupo y controlándolo todo, no se le escapa nada.

Y es impresionante, es una sensación diferente, estás en un medio que no es el tuyo, en el que hay una vida excepcional y diferente. ¡Y eso que sólo he visto un poquito!. Pero me he quedado con ganas de más, así que tengo claro que voy a seguir buceando y lo voy a seguir haciendo con Arturo y con Juanma porque me gusta como hacen las cosas, el buen rollo que le dan a todo y los valores con los que hacen las cosas.

Y tú, ¿quieres bucear?