Por tercer año consecutivo Barcelona continua siendo una de las mejores ciudades europeas para los emprendedores según Wired, una de las revistas más prestigiosas del sector tecnológico.
Iniciativas como Ecommerce & Tech, Imagine, Conector, Wayra, Fundación Inlea o Barcelona Activa confirman que la capital catalana sigue gozando de un ecosistema emprendedor capaz de atraer talento internacional y favorecer la creación de nuevas empresas de base tecnológica.
A diferencia de la imagen existente en el imaginario popular, ser emprendedor no es fácil, nunca lo ha sido y nunca lo será, pero es una alternativa para aquellas personas inmersas en una situación profesional complicada. En esos casos, convertirse en emprendedor requiere aprender a emprender.
Un proceso que empieza por aceptar que el trabajo ha dejado de ser un valor seguro que nos venía dado, que probablemente no volverá a haber un puesto de trabajo que se ajuste a lo que queremos, y que lo mejor que podemos hacer es crearlo nosotros mismos.
Un proceso que continua por entender que emprender va mucho más allá del desarrollo de un proyecto profesional como autoempleado (freelance) o como empresa (start-up). Ser emprendedor significa estar dispuesto a vivir fuera de la zona de confort permanentemente, a asumir riesgos, a enfrentarse a multitud de problemas y a ser capaz de buscar soluciones.
Y finaliza por valorar en su justa medida las satisfacciones que nos brinda. Crear algo propio, trabajar para uno mismo, generar puestos de trabajo y dar oportunidades profesionales a otras personas.
Cierto es que hay sectores donde existen más oportunidades para crear nuevas empresas. Sectores como el tecnológico y el del comercio electrónico, que continúa creciendo pese a la situación económica, podrían considerarse como los mejores en este sentido.
En cualquier caso, lo primordial no es el sector. Lo primordial es tener claro cómo dar forma a esa idea que lleva tiempo dando vueltas por nuestra cabeza, encontrar la manera de ganarnos la vida con aquello que nos apasiona y se nos da bien, o aceptar la propuesta que nos hace un amigo, y tener una gran ilusión por empezar un nuevo camino diferente al que hemos seguido hasta la fecha.
Si es así, vale la pena hacer un planteamiento serio e iniciar cuanto antes la aventura de aprender a emprender. Cualquier excusa es buena para despertar el espíritu emprendedor que, en mayor o menor medida, todos llevamos dentro. El momento es bueno y el lugar también, solo nos queda ser capaces de aprovecharlo.