Aprender a estar conmigo para poder estar contigo

Por Emmaamme

Para aprender a estar con uno mismo, hay que pasar tiempo a solas con uno mismo. Obvio, ¿no?

¿Por qué? Porque si siempre estamos rodeados de gente, nuestra energía, aura… (que cada uno lo llame como quiera) se mezcla con la del otro dificultando bastante saber cuál es tu Sentir verdadero (sobretodo cuando no eres consciente de ello).

A mi me pasa a menudo. Hace tiempo, cuando no tenía ni idea de esa conexión tan grande que flota en el ambiente entre los Seres (humanos o sin humar), me desequilibraba mucho porque de repente quedaba con alguien que estaba triste o enfadado o ‘lo que sea’ (y yo no) y ‘se me pegaba’. Se me quedaba esa tristeza dentro y creía que era mía, que era mi forma de ser de ahora estoy arriba y a los 5 minutos abajo. Actualmente, me sigue ocurriendo pero ya sé el motivo, ya sé que no tiene nada que ver conmigo y sé cómo gestionarlo.

Alguien me dijo una vez que yo era muy empática y me explicó cómo me estaba afectando y cómo convivir con ese Don (que como todos, tiene su parte buena y su parte no tan buena). Luego investigué más en internet sobre ello, sobre la alta sensibilidad, y me sentí muy identificada con lo que se decía. Antes creía que la empatia era ponerse en el lugar del otro, mentalmente. Pero no tiene nada que ver con eso. Es Sentir lo que el otro siente, sea lo que sea, como si lo estuvieras sintiendo tú (que lo haces en ese momento). Sentir hasta lo que el otro no sabe ni que siente porque lo ha desterrado de su corazón para protegerse. Pero tú lo ‘ves’. Los autoengaños, las mentiras, los vacíos, las excusas, los miedos más profundos. Todas sus sombras y también todas sus luces. En la cercanía o en la distancia. Escrito, en silencio o con la voz. La Energía llega igual.

Cada día, aprendo un poquito mejor cómo llevarlo. La única manera que he encontrado para averiguar mi Verdad, qué es lo yo siento, cómo soy y cómo ese ‘soy’ va cambiando, es pasando ratos conmigo. Si no, se me hace muy difícil (aparte de la carga emocional de los demás que me genero) distinguir lo que es mío de lo que es de los demás, porque el Sentir se hace Uno.

Todos somos empáticos, en mayor o menor medida. La mía es mucha y eso hace que tenga bastante necesidad de estar a solas, sin nada ni nadie que ‘me interfiera’, para que no se me vaya la pinza más de lo que ya se me va. Es una cuestión de salud mental, física, energética y emocional. No es ningún capricho ni antisocialidad como pueda parecer. Como yo Creía antes que era. 

La Soledad se ha convertido en mi mi varita mágica, mi salvavidas. El templo en el que sanarme, cobijarme, conocerme, aceptarme y Amarme. Algunos la temen. Yo la adoro. Y sin ella (que soy yo) no podría Vivir (que no sobrevivir).

Aprender a estar contigo es aprender a conocerte para poder conocer a los demás. Para saber si lo que estás pensando/sintiendo es tuyo, del otro o es una interpretación basada en tus creencias. Hay que ser muy honesto con uno mismo y no temerle a lo que consideras que es tu oscuridad. Aceptarla, abrazarla, acunarla, para no proyectarla en el otro, echársela en cara, asfixarle de culpa, de una responsabilidad que sólo es tuya. Aprender a filtrar, a no reaccionar, a respirar antes de que la espuma te salga por la boca. A perdonar nuestros ‘pecados’. A ser humildes, compasivos con nosotros mismos para poder serlo con el resto de la humanidad (y no humanidad).

Evidentemente, no se hace de un día para otro. Las fórmulas mágicas de ‘cambia tu vida’ en una semana, con un curso de Milagros… o con una limpieza energética no existen. No son reales. Tú decides si los compras o no. Si te dejas comprar o no. La mayoría (bueno va, algunos…) intentan ayudar al prójimo cuando ni siquiera asumen que los que necesitan ayuda son ellos. Cuando están perdidos en su propio laberinto de apariencias, de ambiciones, de inseguridades y de frustraciones.

El único sanador que existe eres tú mismo. Hay momentos puntuales en los que alguien te puede ‘centrar’, pero nadie puede hacer el trabajo por ti continuamente. Yo también he pasado por esa fase en la que haces mil cursos, mil terapias Externas para ‘ir más rápido’, para que ‘cuanto más mejor’, para huir de lo que más tememos, sabiéndolo o sin saber. Y no funciona. Es como tomarte una pastillita. Cuando pasa el efecto vuelves al punto donde te encontrabas. Y, o te tomas otra o lo que tomas son las riendas de tu vida.

Lo que sube rápido, baja a la misma velocidad… Lo difícil es mantenerse.

La teoría no sirve de nada si no la pones en práctica (de esto sé bastante. Muchos títulos y ninguna experiencia). Llega un momento, más cercano que lejano, en el que debes de soltar a los ‘maestros’ (ya sea un gurú, un amigo, una biblia, un familiar o un diazepam) en los que te refugias y convertirte en uno, en el tuyo propio. Creyendo en ti. Confiando en ti. Dejando de ‘estudiar’ la Vida y empezando a Vivirla. La que nace y muere en tu Corazón. Con todo tu acojone. Con toda tu mierda pero perfumada con tu Olor. Con toda tu Ilusión.  Con todo el Amor que te sustenta. Con toda tu alegría y con todo tu dolor.

La VIDA puede ser un Camino de Espinas con alguna que otra Rosa o un Camino de Rosas en el que a veces te pinchas con alguna de sus espinas. 

La perspectiva, el enfoque, la mirada con la que la observas… la pones tú.

VEO, VEO

¿QUÉ VES?


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