Imagen: n_willsey
Siempre se habla de la necesidad de aprender de los errores. En la actividad empresarial este planteamiento se hace más necesario que nunca, ya que por muy bien planificada que tengamos nuestra estrategia siempre vamos a trazarla en base a previsiones y es muy fácil que, de una u otra manera, tengamos algún fallo en las mismas.
Pero no sólo se cometen errores de planificación, a veces pueden ser de ejecución, otras de gestión o, incluso de planteamiento. Para ilustrar cómo debemos sobreponernos a esos errores y mejorar con ello podemos ver cómo lo hizo Walt Disney.
Disney era muy buen dibujante y pensó que podía ser una manera de ganarse la vida, así creó su primer empresa, Laugh-O-Grams. Pero en Kansas City y con poco dinero no fue capaz de hacerla viable.
Convencido de que su error no era el tipo de negocio sino el lugar donde desarrollarlo se marchó a Hollywood, con el firme propósito de poner su talento a disposición de la industria del cine. Cometió su segundo error al pensar que los estudios de cine le contrataría como dibujante, así que al darse cuenta de que eso no iba a ser posible optó por el autoempleo, “cuando uno no consigue empleo tiene que empezar su propio negocio” dijo.
Así nació Walt Disney Studio. Creó el personaje de Osvaldo, el conejo de la suerte, y se lo vendió a la Universal, con la que firmó su primer contrato. Ahí cometió un nuevo error, porque los derechos del personaje pertenecían al estudio y en el momento en que tuvo que renovar el contrato se encontró con que el estudio le había “robado” a sus mejores dibujantes y no tenía personaje.
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Lejos de darse por vencido, y a pesar de que su situación económica no era muy boyante, se puso a trabajar en un nuevo personaje, al que llamó Mickey el ratón. Tras la experiencia previa, Disney pactó con los estudios Columbia un acuerdo de distribución al 50% de los beneficios, pero reteniendo Disney los derechos del personaje, además incorporó voz a la imagen.
Mickey Mouse supuso un gran éxito, que Disney supo rentabilizar, y fue el punto de partida de la gran industria que ahora conocemos. Pero, además, no sólo se dedicó a la producción cinematográfica, sino que introdujo un nuevo modelo de negocio a través de la comercialización de todos sus personajes, el merchandising. Más tarde vendrían los parques temáticos.
El caso de Walt Disney es muy habitual, emprendedores que cometen errores debido a su inexperiencia, errores que muchas veces ponen en serio riesgo el futuro del negocio. La cuestión es que él nunca se vino abajo por ello, siempre confió en sus posibilidades, supo ver los errores y corregirlos en las siguientes ocasiones, Esos fallos le sirvieron para evolucionar y crear un negocio cada vez mejor.