Aprender del Maestro | La Rendición

Publicado el 07 abril 2014 por Munira Lamberti @Suficookery


Las experiencias personales cuando provienen de gente común y corriente, no le damos mucho valor, porque todos nos encontramos únicos y especiales. Y si aunque seamos, aparentemente,  diferentes al otro, lo único que contamos de nosotros mismos suelen ser mayoritariamente sandeces llenas de justificaciones. Por eso a veces, creemos que estamos haciendo en un camino espiritual con Maestro incluido.
Entender las palabras del Maestro y ponerlas en práctica  no es fácil, casi nunca es fácil, porque en ellas siempre está inscrito un sello,un nasq, con el mensaje de la rendición. Ríndete, ríndete pero ¿Quién quiere rendirse? Vivimos en una sociedad dónde se nos enseña a combatir para sobrevivir y ganar. La rendición es un espacio que solo ocupan los débiles y los perdedores
Relacionarse con el Maestro tampoco es fácil,  porque siempre quieres estar cuidado y arropado entre sus barbas, como un niño con ideas de adulto. Y un día descubres que  el Maestro no puede ser constantemente tangible solo para ti, porque al Maestro además hay que compartirlo, y eso fastidia. Fastidia porque quieres tenerlo siempre contigo, tangible y explicito solo para disfrute de tus cortas entendederas. Y la cosa se complica aun mas, porque además de no poderlo tener solo para ti encima, lo que te dice a ti se lo dice a mucha más gente, vamos a todo el mundo. Con lo cual vuelves a ser del montón, de otro montón, quizá más místico, pero del montón y tú ego quiere ser, cueste lo cueste, distinto.
Y un día, cuando tu te crees que el Maestro ya no te observa como antes, cuando la confusión es total,  miras al Maestro como a cualquier otro se humano, como un hombre de carne y hueso como tú y todos los poderes que le abrogabas antes, cuando tú te sentías especial gracias a que él era absolutamente tangible para ti, desaparecen como el humo de los sahumerios en el interior de las catedrales.
Y ya no sabes comunicarte con él, porque una parte de ti se ha perdido, ya no es como antes, porque ahora te toca a ti, y en ese preciso instante, el Maestro desaparece, ya no está y todo salta en mil pedazos. Y tu vida cambia y se presenta ante ti tal y como es, no como has querido verla a través de tus deseos, de tus anhelos, con el  filtro del ego, de un misticismo extraño  que te inventas y adaptas, cortas y coses diseñando un traje contrahecho e inservible, pero único, eso sí.

Y llega la enfermedad, la ruina, la pérdida...
como otro maestro, pera este de ceremonias, de la ceremonia de tu propia vida.
Dedicados y con esmeros, estos males uno a uno o todos de golpe, te disparan con la precisión de las armas automáticas, y sin otro público que tú mismo, todos los miedos ancestrales que nos acompañan desde que nacemos, metiéndose por tus venas, para activar el instinto más básico del ser humano: el de la supervivencia
Aunque nacemos para morir nuestro instinto es vivir y luchar por vivir, y unos vivimos a través de nuestro cuerpo, otros viven a través de sus pertenencias y otros a través de los otros... Pero cuando el cuerpo falla porque se rompe, o porque vino al mundo defectuoso por causa de un gen que muto mal o poco, o rápido; cuando el dinero sale y no entra,  cuando perdemos al otro; la realidad pasa a ser lo que es, potente, fulminante y poderosa. Ya no hay deseos, ni anhelos, y el misticismo extraño se esfuma, tampoco está el Maestro, solo la rotunda realidad, esa realidad que eres tú, desnuda y que deja al ego sin un lugar donde esconderse.

¿Y ahora qué?
Ahora es cuando recuerdas las palabras del Maestro, el que tu habías mandado bien lejos porque no cumplía tus expectativas, y como un eco  que reverbera en tu memoria escuchas...

-“Cuando te aceptes a ti mismo, tu realidad, cuando te Rindas, alcanzarás un poder increíble que ahora no te puedes ni imaginar¨
Aprender de un Maestro es doblegarte, reconocer en el otro la verdadera diferencia,  la que proviene del servicio, del conocimiento, de la entrega, del compromiso que le hace ir más allá de si mismo trascendiendo su propio ego, porque él ya se ha Rendido y sabe que mil tesoros no valen el pequeño instante en que te rindes la voluntad de Dios
Aprender de un Maestro es perderle, para darte cuenta de que nunca lo has perdido, porque tu no eliges al maestro, Mawlana te elige a ti....SIEMPRE
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