A veces la vida pasa tan rápido que no da tiempo a masticarla. Nos tragamos las horas, los minutos y los días con el riesgo de atragantarnos al hacerlo con tanta rapidez. Uno, que intenta saborear cada momento, desearía estirar el tiempo para disfrutar de cada maravilloso momento que me ha tocado vivir.
Me he resistido a hacer una entrada del blog en homenaje a Miguel Delibes porque he leído tantos y tan buenos artículos acerca del tema, que no creo que llegase a la altura que tan ilustre personaje requiere. Pero sirva de remembranza una frase suya que llevo muchos años aplicando cada día a mi vida: " Para escribir un buen libro no considero imprescindible conocer París ni haber leído el Quijote. Cervantes cuando lo escribió, aún no lo había leído."
Así le pierdo el miedo a la labor docente, en la que últimamente empleo mucho de mi tiempo. Si los alumnos, según sus palabras, aguardan deseosos el día de clase (cosa que me halaga y me llena de alegría), yo siento una sensación entre vértigo y temor antes de cada clase. Sé que cada uno de ellos tienen puesta mucha ilusión en aprender esto que para mí es el pan nuestro de cada día. Así me lo demuestran con sus miradas, con su respeto, con su atención, que reconozco que me asusta a veces. Voy a ser sincero, cada vez que uno de los alumnos escucha con tanta atención mis explicaciones temo no ofrecer todo lo que están esperando de mí.
Si ellos aprenden de mi oficio, yo aprendo más de la vida. Aprendo a no olvidarme de lo que soy y de la ilusión que me ha hecho dedicarme a esta profesión. Me gustaría inculcarles el respeto y que disfrutasen como yo gozo cada día interpretando mis personajes y dirigiendo mis doblajes. Me empeño en hacerles ver que hay que ser generosos y no escatimar esfuerzos para ofrecer algo a los demás. Somos fabricantes de emociones, y nuestra misión es hacer vibrar a los demás. Algo tan extraño como apasionante. Confieso que el haberme convertido en profesor es algo que nunca me propuse, pero la vida te va proponiendo y, con cierta osadía, yo soy de los que acepta los retos. Pero de verdad que me alegro. Me alegro de haberme atrevido; por las satisfacciones que me están dando mis alumnos, cuando veo que luchan por poner en práctica cada una de mis pautas. Ahora me gustaría verles triunfar, que no es otra cosa que hacer lo que les gusta y disfrutar del camino.Y, mientras tanto, mi mente sigue vibrando con la idea de crear, de ilusionarme con idear cosas nuevas. No tengo remedio, yo nací para cualquier cosa menos para un trabajo en el que tuviera que hacer una labor repetitiva o cubrir simplemente un horario laboral.